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aquí cómo el testimonio de los sentidos se funda en algun modo sobre la conciencia; pero no nace de ella sola, sino que ha menester el instinto natural que hace formar con toda seguridad el juicio.

No busco un primer principio tal que ilumine por solo todas las verdades, ó que las produzca, sino una verdad que sea condicion indispensable de todo conocimiento; por esto no la llamo orígen, sino punto de apoyo: el edificio no nace del cimiento pero estriba en él.

¡Diógenes!... ¿ aquí? exclamó Jacobo, volviéndose muy sorprendido y alborozado y estrechándole ambas manos con gran cariño. Mas Diógenes, sacudiendo la gran cabeza y dándole palmadas en la espalda, dijo sentenciosamente: El hombre que nace pobre Con el frío es comparado: Todos le huyen el cuerpo, No les suelte un resfriado. ¡Falso, falsísimo! gritó Jacobo riendo . Ni has nacido pobre, ni...

La extension, que ya nos enseña algo sobre la realidad de los seres, en lo tocante á cierta disposicion de ellos entre , es mas bien objeto de la inteligencia, que de una facultad sensitiva; la sensacion acaba, y la ciencia nace.

De aquí nace la suspensión y elevamiento, amigo, en que me hallastes; bastante causa para ponerme en ella la que de habéis oído.

De aquí nace, que poco á poco se va haciendo la fantasía de los domésticos y sujetando á las mismas manejas de los dueños, y la de estos por cierto modo de contagio arrastra la de aquellos.

Bastaría mirar sin prevención todo esto, aunque se careciese de otras pruebas, para entender que el marqués y la marquesa se amaron de verdad; porque del enlace frío y por mero cumplimiento de un deber, no nace jamás tan lucida y generosa prole.

De la combinación de estas cosas nace la belleza. Artista minucioso, dibujante seco y mezquino es el que imita sólo: autor de informes bosquejos el que sólo fantasea: la perfección estriba en fantasear y copiar a la vez. En la naturaleza está la beldad difusa, mezclada y en germen; está también como prurito, como anhelo de realizarse cada vez más limpia y completamente.

Si algún orgullo hay, pues, disculpable, es el que se funda en la aristocracia del talento, y más disculpable ciertamente donde es a toda luz más fácil nacer hermosa, de noble cuna, o adquirir riqueza, que lucir el talento que nace entre abrojos, cuando nace, que sólo acarrea sinsabores, y que se encuentra aisladamente encerrado en la cabeza de su dueño como en callejón sin salida.

Fijamos la última mirada en la blanca espuma que incesantemente nace y muere al gemir de las olas que rompen en las piedras del Fuerte del Sur, y ... ¿cuál es la María Rosario? pregunté al patrón. Aquella, señor, dijo, señalando un barco armado de brick-barca. Los detalles de la María Rosario, cada vez se iban delineando con más precisión.