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En los labios del viejo Sarto apareció irónica sonrisa. ¡Dios los proteja a los dos! le murmurar. ¡Animo, joven! y su mano estrechó disimuladamente la mía. Volví al andén seguido de cerca por Federico de Tarlein y el coronel Sarto, y lo primero que hice fue cerciorarme de que tenía el revólver a mano y de que mi espada salía fácilmente de la vaina.

Las primeras palabras de amor que Ana, ya vencida, se atrevió a murmurar con voz apasionada y tierna al oído de su vencedor, no el día de la rendición, mucho después, fueron para pedirle el juramento de la constancia... «Para siempre, Álvaro, para siempre, júramelo; si no es para siempre, esto es un bochorno, es un crimen infame, villano...».

No podía hablar por su emoción, y apenas pudo murmurar, al estrecharme contra su pecho: Pero, señor capitán ... yo no merezco ... yo creo que cumplo ... esto es muy natural; yo no soy nada ... ¡qué he de ser yo! ¡Jesucristo! ¡Dios! ¡el pueblo!

Y las cabezas de la comisión se movían para murmurar el optimismo del agradecimiento: ¡Pero este Brull habla muy bien!...

CIPIÓN. ¿Al murmurar llamas filosofar? ¡Así va ello! Canoniza, canoniza, Berganza, a la maldita plaga de la murmuración, y dale el nombre que quisieres; que ella dará a nosotros el de cínicos, que quiere decir perros murmuradores; y por tu vida que calles ya y sigas tu historia. BERGANZA. ¿Cómo la tengo de seguir si callo?

Luego que los enemigos fueron en tierra, mandó D. Alvaro entrar en el fuerte todos los españoles, dejando fuera los alemanes, italianos y franceses, llegados bien al fuerte y reparados con muy buena trinchea. Comenzóse á murmurar desto, y así los metió á todos dentro y mandó salir fuera banderas de españoles. Dende á pocos días mandó desamparar aquellas trincheas y metió toda la gente dentro.

Desde allí, ¡vaya usted a saber a dónde irían aquellos caballeros hasta las tres de la tarde, hora en que reaparecían un momento en la vía pública... para volver otra vez al Sport-Club, a observar, a murmurar, a comer, a jugar, a vestirse, etc., etc.! Y los más de ellos eran casados o «hijos de familia».

La proyectada boda de D. Jaime y de doña Luz, que nada importaba que se supiese, no es de extrañar, pues, que llegara al punto a noticia de todos en Villafría. Aquel caso de amor fulminante y sobre todo aquel tan improvisado consorcio, dieron muchísimo que decir, comentar y murmurar. En los lugares andaluces, nada hay que pasme tanto como una boda repentina.

En todas la ocupacion principal es enamorar, murmurar la segunda, y la tercera decir majaderías. ¿Y ha visto vm. á Paris, señor Martin? He visto á París, que es una menestra de páxaros de todas clases, un caos, una prensa, donde todo el mundo anhela por placeres, y casi nadie los halla, á lo ménos segun me ha parecido.

Lo que ahora le pesaba era no haber seguido al Vivero; ¡de todos modos habían de murmurar los miserables! y en cuanto a las personas decentes, las que a él le importaban, esas no habían de creer nada malo porque él, como hacía Ripamilán, como habían hecho otros sacerdotes, fuese a las posesiones de Vegallana».