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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Sus palacios eran el Prado en verano, y en invierno los portales de la casa Panadería. Varón sobrio y enemigo de pompas mundanas, se contentaba con un rincón cualquiera donde pasar la noche.
D.ª Carmen, que siempre había sido muy piadosa, en los últimos tiempos se había entregado por completo a las prácticas religiosas. La enfermedad la separaba cada vez más de las ideas mundanas, la entregaba triste y sumisa a los curas. Salabert nunca había puesto obstáculo a esta devoción: la miraba con indiferencia compasiva, como una manía inocente.
Lo que estaba viendo, ¿qué era? ¿Era una aberración, un delirio, una imagen del sueño, un juguete fantástico, obra de los ángeles traviesos para burlarse de los que con sus mundanas tristezas van a profanar la casa de Dios?
No contestó, y ¡cosa singular! la que siempre se había ruborizado cuando en presencia de los curas le hablaban de cosas mundanas, se ruborizaba ahora porque la hablaban de Teología. Yo no sé ... yo no entiendo ... yo no he leído ese libro contestó al fin, viendo que el majadero de Entrambasaguas repitió su pregunta, adornada con dos ó tres festones más de latín.
Se parece a mí: yo creo que por esto me he venido a morar junto a ella. Ya te he dicho que es un estruendo grande de cosas mundanas el que la rodea; ahora añadiré que bajo sus portales, casi en su mismo recinto, hay unas tiendas de máquinas de coser y de paraguas. Además, junto a ella hay un gran salón donde gritan y corren jugando a la pelota.
Ángel procuraba acomodarse a este tira y afloja a que querían someterle, y lo conseguía sin gran esfuerzo, porque tenía todo lo suficiente para sus necesidades mundanas, escogiendo entre lo mucho lícito y honrado que en el mundo había. Por aquellos temores, más llevaderos en el padre que en la madre, ansiaban los dos porque el hijo tropezara pronto con su media naranja.
Era en vano que la superiora tratase de anonadarle con toda suerte de epítetos como: ¡impío, condenado, miserable, renegado! En vano le gritaba con el acento de la más santa indignación: «¡Tema la cólera del Cielo y de los hombres, usted que ha osado hacer oír palabras mundanas a unos oídos castos, usted que no ha temblado al tocar la mano de una esposa de Dios!
Colocado á la puerta, sin avanzar un paso y sonriendo campechanamente, comenzó á hacer reverencias mundanas, diciendo al mismo tiempo: ¡Conque al fin no se nos han perdido por allá! ¡Conque al fin estos despegados señores se acuerdan de que hay un rincón en el mundo que se llama la Segada! ¡Conque al fin todavía los lugareños valemos algo para los cortesanos!
Quando Moyses establecia las Leyes de su gobierno temporal, no imponia otras penas que las mundanas; pero por lo que tocaba la Religion tenia este Pueblo creencia del premio y castigo eternos por la tradicion de sus mayores, y no era necesario acordarlas, al modo que sucede entre nosotros; pues las leyes patrias solo nos amenazan con penas y castigos de este mundo, aunque creemos las que Dios tiene reservadas para el otro.
Lleno de un provechoso temor de Dios, y con la debida desconfianza de mi flaqueza, no olvidaré los consejos y prudentes amonestaciones de usted, rezando con fervor mis oraciones y meditando en las cosas divinas para aborrecer las mundanas en lo que tienen de aborrecibles; pero aseguro a Vd. que hasta ahora, por más que ahondo en mi conciencia y registro con suspicacia sus más escondidos senos, nada descubro que me haga temer lo que Vd. teme.
Palabra del Dia
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