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No es ningún secreto. «Isidro Maltrana: un canallita simpático, un sinvergüenza que conoce la manera de vivir...» Ojeda intentó protestar. No mueva la cabeza, Fernando; no diga que no, por amabilidad: déjeme la gloria de mi mala fama, que es muy justa y me enorgullece.

Y qué, ¿no podremos jamás sacar de su estado latente ese fluido imponderable y sutil, sin la combustión de muchas sustancias? ¿No llegaremos nunca a producir el fuego que mueva nuestras máquinas, sin tener que consumir toda la Flora exuberante y gigantea de las edades primitivas, y a conservar el calor vital sin destruir tantas formas, y sin devorar tantos seres?

Subiendo la escalera, la santa dijo a su sacristán: «Entre usted en su casa a esperar a Jacinta que vendrá en seguida. Adviértale que no quiero que suba. En cuanto pueda, bajaré yo. A Jacinta que no se mueva de aquí y me aguarde». Cuando la fundadora entró, la enferma continuaba en el mismo estado.

La razon de esto es muy sencilla: la sensacion del movimiento es esencialmente una sensacion sucesiva; y esta sucesion existe, ya sea el miembro lo que se mueva, ya sea el cuerpo.

SANCHO. Pésame que mi amor pongas en duda. PELAYO. ¡Voto al sol!, que se casa con Elvira. Aquí la dejo yo; mi amor se muda. SANCHO. ¿Qué mayor interés que al que suspira Por su belleza, darle su belleza, Milagro celestial que al mundo admira? No es tanta de mi ingenio la rudeza, Que más que la virtud me mueva el dote.

-Con esa manera de amor -dijo Sancho- he oído yo predicar que se ha de amar a Nuestro Señor, por solo, sin que nos mueva esperanza de gloria o temor de pena. Aunque yo le querría amar y servir por lo que pudiese. ¡Válate el diablo por villano -dijo don Quijote-, y qué de discreciones dices a las veces! No parece sino que has estudiado. -Pues a fe mía que no leer -respondió Sancho.

Esta sucesion de fenómenos puede verificarse de la misma manera, suponiendo la columna móvil y el ojo fijo: porque es evidente que si situado un observador en el centro, la columna va dando vueltas, esta, sin que el observador se mueva, se irá pintando en todas las paredes.

Aquí contestole Miranda en tono mucho menos regocijado . ¡Ahora, cambio de tren! ¡Los suprimiría todos! No hay cosa más incómoda. Busque usted el equipaje para que no se lo lleven a Madrid... mueva usted todos esos embelecos....

Y, cuando todo esto no mueva ni ablande ese duro corazón, muévale el pensar y creer que apenas se habrá vuestra merced apartado de aquí, cuando yo, de miedo, mi ánima a quien quisiere llevarla.

¡No se mueva usted! y responda, dijo Roussel. ¿Dónde está la señorita Guichard? ¡No ! señores, contestó Bobart gritando para llamar la atención sobre él. No comprendo vuestra insistencia.... Hable usted más bajo, dijo Mauricio, ó le llevo al salón inmediato y allí ... va usted á ver.