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Actualizado: 31 de mayo de 2025


El Padre Crespo es autor de una notable gramática bicol-española y de sinnúmero de folletos, poesías, artículos y leyendas, todas ellas impregnadas de las notas que vibran siempre en todos los escritos del Padre Crespo. Los antiguos caballeros tomaban por mote Dios y su dama: el franciscano que nos ocupa, su enseña es la de religión y España.

Don Quijote le llamaban sus compañeros; y hoy, que ya es todo un guapo mozo, no parecerá imprudente confesar que el mote le estaba como anillo al dedo.

Si en nuestro país se premiase el valor con títulos de nobleza, esa frase, que parece tan fácil de emitir, pero que solamente él, ante el peligro y la gloria que le esperaban, ha llegado á pronunciar, esa frase, repito, sería el mote mejor, y el más apropiado, para el escudo de armas del General.

Me parece apuntó aquí la Esfinge con su voz de fantasma que sin tanto cumplimiento nos entenderíamos mejor y mucho antes. La marquesa cayó en un nuevo asombro al oír la voz de aquella estatua; y si hubiera sabido con qué mote se la conocía, quizás habría tomado la cosa más en serio, creyéndose transportada a los tiempos fabulosos.

Su vida es tan escasa de interés como la de cualquier otro ser, hasta que sabe correr como una ardilla: entonces deja el materno hogar por el Muelle de las Naos, y el nombre de pila por el gráfico mote con que le confirman sus compañeros; mote que, fundado en algún hecho culminante de su vida, tiene que adoptar á puñetazos, si á lógicos argumentos se resisten.

No es que la gente deje de bautizarse y de inscribirse en el registro civil; pero el nombre puesto por la Iglesia y por el Estado, en completo acuerdo, sufre luego una trasformación radical. Un mote familiar y cariñoso puesto en el hogar o por los amigos, sustituye al nombre civil y de pila.

Desde entonces no ha deslucido Córdoba su bien cimentada reputación: y no por vana jactancia, sino con sobra de motivo, lleva por mote, en torno de los rampantes leones de su limpio escudo: «Corduba, militiae domus, inclyta fonsque sophiaeLucano, Séneca, Averroes, Ambrosio de Morales, Góngora y mil otros dan testimonio de lo segundo.

Al día siguiente de aquel rasgo, merecedor de los mayores encomios, el autor de él, Frasquito Surupa, a quien por mote llamaban Gaitica en círculos que apenas es lícito nombrar, visitó solemnemente a Isidora.

Siempre, en tales ocasiones, las dos terribles mujeres se burlaban de su angustia, y la escena terminaba con el mote convenido. La santa... es la santa.... ¡pobrecita!... Ella, entonces, erguía su corazón acobardado para decirle a Dios en íntima plegaria: ¡Y bien, Señor, yo quiero ser santa; es preciso que lo sea...; hazme santa, Dios mío..., hazme santa de veras!

Aresti no quiso protestar. No le infundía repugnancia el mote de su primo. ¿Inquisidor? sea. Toda la España, ansiosa de algo nuevo, sentía lo mismo que él, sólo que no llegaba á razonar sus impulsos. En otros pueblos más adelantados, la crisis religiosa, el paso de la Fe á la Razón, se había verificado dulcemente, en medio del respeto y la libertad.

Palabra del Dia

rigoleto

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