Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
La repugnante zambra habíase alargado bastante, porque eran ya casi las doce. Yo no corría, volaba, y en poco tiempo llegué a la calle de la Amargura, mortificado por el recelo de acudir tarde.
Y también recordaba lo de: «Algunas veces parecerá que Dios te deja, otras veces serás mortificado por el prójimo; y lo que es más, muchas veces te serás molesto a ti mismo». «Sí, el prójimo me mortifica, y yo mismo me molesto, me hago daño hasta sangrar el alma.... No sé lo que debo hacer, ni lo que debo pensar siquiera.
De estos pensamientos opuestos salía por fin resignado a la realidad inexorable, dispuesto a reconocer que si la pobre muerta no había sido tan bella como la amorosa fantasía la había pintado, tampoco había sido tan mala como él la veía en el rencor del abandono. Pero, no obstante, se sentía mortificado y dolorido. El tener que renunciar a la perfección imaginada le hacía mucho daño.
Entonces éste, temeroso de que aun a sus nuevos amigos pareciese sospechosa tal conducta, mortificado por la suposición de que pudieran creer que prolongaba su estancia allí para hacer pagar más caros sus cuidados, y sobre todo aguijoneado por el amor, determinó salir de dudas. Una noche vio que Julia tenía los ojos como puños, de haber llorado.
Aunque experimentando cierta repugnancia a dirigirle determinadas preguntas, Delaberge sentíase mortificado por una imperiosa curiosidad. A la prisa que antes había sentido para alejarse, sucedió un ansioso deseo de esclarecer las sospechas que desde hacía algunos días se agitaban en su cerebro.
No acertaba a explicarse la causa, mas por nada del mundo se hubiera valido de tal medio. ¿Escribirle? Al imaginarlo, no fue temor de herirle lo que cruzó por su imaginación, sino algo como miedo vago, pudor mortificado por sí mismo.
El señor Macey espera alguna palabra de nuestra parte dijo Dolly ; se ofendería de que pasáramos sin decirle nada... a él, que está tan mortificado por el reumatismo. Se aproximaron, pues, para darle un apretón de manos al anciano. Había contado con esta circunstancia y premeditado su discurso. ¿Qué tal, maese Marner? dijo con voz que temblaba un poco ; he vivido para ver mis palabras realizarse.
Todo lo relata, todo lo pinta con tan vivos colores, que parece que lo estamos viendo. Cuenta sus acciones heroicas sin fanfarronería, y jamás ha mortificado el orgullo de los hombres que le oyen con tanta atención, si no con tanta complacencia como las mujeres.
Y se retiró alicaído y cabizbajo, mortificado por su amor propio, ajado y deprimido, y dejando en poder de su cliente un documento firmado en que constaban prolijamente las circunstancias y pormenores de su desventura. Reflexionó con calma, y vio que lo mejor era echar tierra al asunto y pagar sin decir una palabra. ¡Y pagó su chapetonada !
Afortunadamente estábamos ya cerca de casa, y no tardamos en llegar. De otra suerte, mi papel no hubiera sido muy airoso. Por la tarde, en el paseo, volvió a acompañarlas, y yo me sentí por ello fuertemente mortificado. Tanto que me retraje de acercarme, y crucé varias veces a su lado, haciéndome el distraído para no saludarlas. Debió presentar mi fisonomía un aspecto más que sombrío, feroz.
Palabra del Dia
Otros Mirando