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Actualizado: 17 de mayo de 2025
En las laderas de los montes, la tierra parecía a trechos ingrata a todo esfuerzo humano, las cumbres estaban coronadas de peñas calvas con los ángulos roídos por los siglos, y los picachos de granito se erguían enhiestos en desprecio del tiempo.
Conservaba aún gran vigor físico, y lo que es aún más raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las canas. Mientras duró la primer guerra civil, abandonó el rebaño y se fue a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa del Pretendiente. Volvió al cabo de algunos años. Su carácter bravío no se había dulcificado mucho andando a tiros por los montes.
Hasta en nuestra época, cuando los sabios no apoyan sus teorías sino sobre la observación y la experiencia, hay algunas tan fantásticas sobre el origen de los montes, que se asemejan bastante á las leyendas de los antiguos.
-Eso creo yo muy bien -dijo el cura-, que ya yo sé de esperiencia que los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos.
No miraba a los campos, no contemplaba la lontananza de montes y nubes; sus miradas no salían de la ciudad. Vetusta era su pasión y su presa. Mientras los demás le tenían por sabio teólogo, filósofo y jurisconsulto, él estimaba sobre todas su ciencia de Vetusta.
3 como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion. Porque allí envía el SE
Otro día les rogó Andrés que mudasen de sitio y se alejasen de Madrid, porque temía ser conocido si allí estaba; ellos dijeron que ya tenían determinado irse a los montes de Toledo, y desde allí correr y garramar toda la tierra circunvecina.
Las vistas de este palacio son en sumo grado apacibilísimas, porque participan de todo lo que puede desear la vista, en razon de diferencias de visos, como son agua, arboledas, montes, huertas, casas de placer y otras cosas semejantes.»
Pero enseguida protesto yo y le desafío a que me siga con la escopeta al hombro, o con el bastón en la mano por sierras y montes arriba, a la tostera del sol de junio o con las nieves de enero; y entonces se descubren las máculas que hay debajo del revoque, y falla la máxima esa; porque es bien seguro que cuando yo comience a jadear, está usted agonizando. Eso se vería, ¡canástoles!
Mira tu proceder en el valle, reconoce lo que has hecho, dromedaria ligera que frecuentas sus carreras; 24 asna montés acostumbrada al desierto, que respira según el deseo de su alma; ¿de su lujuria quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se cansarán; la hallarán en su mes. 25 Defiende tus pies de andar desnudos, y tu garganta de la sed.
Palabra del Dia
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