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Actualizado: 10 de octubre de 2025
A usted lo he querido siempre, lo he querido siempre. Pero ella ya no estaba en sus palabras, y ni siquiera sentía el contacto de las manos de Muñoz. La madre de Adriana llamó con urgencia a Ernesto Molina para pedirle consejo. Por más que siempre consideró a Muñoz un marido ideal para su hija, le alarmaba grandemente la repentina decisión de casarse con él después de haberle burlado por otro.
7 Nuestra Señora de Regla, de D. Ambrosio de Cuenca. 8 Amar por señas, del maestro Tirso de Molina. 9 Las auroras de Sevilla, de tres ingenios. 10 La Cruz de Caravaca, de D. Juan Bautista Diamante. 11 La ventura con el nombre, del maestro Tirso de Molina. 12 La judía de Toledo, de D. Juan Bautista Diamante. 1 El príncipe D. Carlos, del Dr. Juan Pérez de Montalbán.
La romera de Santiago, que algunas ediciones antiguas atribuyen á Tirso de Molina, en nada se asemeja á las demás obras de este poeta, puesto que su estilo es tan idéntico á las de Guevara, que es preciso aceptar en todo la indicación de las comedias sueltas que la señalan como suya.
Segunda relación verdadera en que á la letra se contiene todo el hecho de la causa que el licenciado don Cándido de Molina y Sotomayor, Alcalde de la justicia de la ciudad de Sevilla, mandó escribir contra don Juan Troncoso, de edad veintiséis años, y don Juan Ruíz, de edad de veintisiete, por monederos y expendedores de plata falsa.
Ayer habían salido los dos con Raquel y con Charito González y a la media hora volvieron. Adriana se sentía mareada, les pidió que la dejaran sola y se ocuparan ellos de todo. Después tomó un libro, estuvo dos o tres horas con el libro abierto en la falda sin volver una hoja. En fin ¿qué piensas tú? Ernesto Molina meneó la cabeza. Esta muchacha se casa por lástima.
7 Desde Toledo á Madrid, del maestro Tirso de Molina. 8 El amor puesto en razón, de D. Sebastián de Villaviciosa. 9 San Luis Bertrán, de D. Agustín Moreto. 10 La piedad en la justicia, de D. Guillén de Castro. 11 Resucitar con el agua, de D. José Ruiz, D. Jacinto Hurtado de Mendoza y Pedro Francisco Lanini Valencia. 12 Todo cabe en lo posible, de D. Fernando de Ávila.
El señor Molina recorría, muy caviloso, las habitaciones de la casa, y al pasar junto a su sobrina, sin atreverse a consolarla, echaba sobre ella una mirada penetrante. ¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia! murmuraba hablando consigo mismo, pero con el propósito de que ella, oyéndole, comprendiera que no le engañaba su apacible indiferencia exterior.
En ella, si las circunstancias eran favorables, tendrían entrada y valoración los trabajos posteriores, relativos al mismo asunto, como, por ejemplo, los prólogos y observaciones de Hartzenbusch á las ediciones de Tirso de Molina, Alarcón, Lope de Vega y Calderón.
Consta de cinco partes en este orden: Parte primera de las comedias del maestro Tirso de Molina, publicada por el autor: Madrid, 1627. 4º, reimpresa en Valencia en 1631.
Conviene añadir que Zamora puso en escena la historia de la doncella de Orleans, y que arregló además El convidado de piedra, de Tirso de Molina.
Palabra del Dia
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