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En su carácter había algo resistente á las mudanzas de forma impuestas por la época; y así como no varió nunca su manera de hablar, tampoco ciertas ideas y prácticas del oficio se modificaron.

Poco a poco la influencia de ésta empezó a pesar de tal suerte sobre su espíritu que en poco tiempo, como ya él mismo lo había anunciado, se modificaron notablemente sus ideas y no sólo sus ideas sino también sus hábitos y manera de vivir. Se hizo más circunspecto de genio y mesurado de palabras, más apacible y más religioso.

Desde esta fecha su amistad con Pablo y sus frecuentes coloquios con quien poseía tantas y tan buenas nociones, modificaron algo su modo de pensar; pero la base de sus ideas no sufrió alteración.

No lo permite la extensión de este modesto trabajo, pero conviene fijarse en la acogida que aquí tuvieron las obras del Renacimiento para observar luego cómo varió su carácter y se modificaron sus tendencias.

Nunca dejará de ser pedante y afanoso, como todos los que no cuentan con más recursos que la voluntad de llegar y llegan a fuerza de trabajo. Prefiero los dones de talento o de cuna, y no siendo eso no quiero nada. Más tarde esas dos opiniones se modificaron. Agustín llegó a querer a Oliverio, pero sin estimarlo en mucho, y Oliverio tuvo a Agustín en altísima estima sin llegar a tomarle cariño.

M. Guizot, el historiador de la civilización europea, el que ha deslindado los elementos nuevos que modificaron la civilización romana, y que ha penetrado en el enmarañado laberinto de la Edad Media, para mostrar cómo la nación francesa ha sido el crisol en que se ha estado elaborando, mezclando y refundiendo el espíritu moderno; M. Guizot, ministro del rey de Francia, da por toda solución a esta manifestación de simpatías profundas entre los franceses y los enemigos de Rosas: «¡son muy entremetidos los francesesLos otros pueblos americanos, que, indiferentes e impasibles, miran esta lucha y estas alianzas de un partido argentino con todo elemento europeo que venga a prestarle su apoyo, exclaman a su vez llenos de indignación: «¡Estos argentinos son muy amigos de los europeos!» Y el tirano de la República Argentina se encarga oficiosamente de completarles la frase, añadiendo: «¡traidores a la causa americana!» ¡Cierto!, dicen todos; ¡traidores!; ésta es la palabra. ¡Cierto!, decimos nosotros; ¡traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara! ¿No habéis oído la palabra salvaje que anda revoloteando sobre nuestras cabezas?

Así lo determinaron en los primeros momentos, y echaron a correr pensando simultáneamente en cuál sería la mejor manera de matarse, de golpe y porrazo, sin sufrimiento alguno, y pasando en un tris a la región pura de las almas libres. Lejos de la calle del Almendro, se modificaron repentinamente sus ideas, y con perfecta concordancia pensaron cosas muy distintas de la muerte.

Mi madre se quedó viuda y se volvió a casar con un antiguo emigrado, el señor de Boivic, que se la llevó a Quimper, donde sus ideas se modificaron poco a poco, pero yo no era ya bastante joven para modificarme a su imagen, y vivía, además, lejos de ella. A ella, pues, y, después, a la señorita de Boivic, debes la educación que has recibido. Mi padre se había vuelto hacia y se sonreía.