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Actualizado: 12 de noviembre de 2025
Estos ojos parecían sonreír cuando encontraban el rostro de una amiga, y persistiendo en sus paseos, acabaron por tropezarse con los de Gallardo fijos en ella. El espada no era modesto. Acostumbrado a verse objeto de la contemplación de miles y miles de personas en las tardes de corrida, creía buenamente que allí donde estuviese él todas las miradas habían de ser forzosamente para su persona.
Durante toda esta conversación, Morrongo despertó, arqueó el lomo tanto como el de un camello, dio un gran bostezo, se relamió los bigotes y olfateando en el aire ciertas para él gratas emanaciones, fuese acercando poquito a poco a don Modesto, hasta colocarse detrás del perfumado paquete colgado de su bastón.
Tía María, ¿quién piensa en amores? respondió don Modesto, en cuya calma y tranquila existencia no se había realizado el eterno, clásico, pero invariable axioma de la inseparable alianza de Marte y Cupido . ¿Quién piensa en amores repitió don Modesto en el mismo tono en que hubiese dicho: ¿quién piensa en jugar a la billarda o en remontar un pandero?
Cirilo era hijo de un primo en tercero o cuarto grado de su padre; ella de un modesto empleado en Hacienda. Cuando Reynoso llegó de América, Cirilo trabajaba con corto sueldo en una casa de banca y estaba ya en relaciones amorosas con su actual esposa; ambos perfectamente sanos. Era un joven activo, inteligente, de una honradez a prueba.
Era una señora de aspecto triste, con el pelo canoso y el rostro todavía fresco. A sus lados estaban sentadas dos niñas. Un muchacho de catorce años, su hijo mayor, de pie ante ella, escuchaba sus palabras... Y la madre acababa por mostrarles sobre el canapé de su modesto salón un retrato que representaba á Canterac joven, con uniforme militar.
Lo cierto es opinó Modesto que yo quedaría muy agradecido al santo si tuviese a bien inspirar al Gobierno el pensamiento laudable de rehabilitar el fuerte.
Modesto cayó soldado, y como su padre no tenía lo bastante para comprarle un sustituto, pasó a las filas de un regimiento de infantería, en calidad de distinguido. Como era un bendito, y además de larga y seca catadura, pronto llegó a ser el objeto de las burlas y de las chanzas pesadas de sus compañeros.
He dado en creer que su lectura será provechosa para la actual generación. Me ocurre preguntar: ¿Será interesante para ella este modesto libro que acaso peca de indiscreto? ¿No será acogido con menosprecio y risas burlonas? Yo quiero que los muchachos que ahora empiezan a vivir, sepan cómo sentían y pensaban los jóvenes de aquel tiempo.
Aguardé a que entraran en su casa, y poco después me decidí a llamar. Había obscurecido. El viejo alto que trabajaba en la huerta me indicó que pasara. Entré. Una lámpara de aceite alumbraba un cuarto pequeño y modesto, que tenía un armario con cortinillas blancas.
Porque tiene las piernas largas respondió Momo ; porque tanto vive en el agua como en la tierra; porque canta y grita, y salta de roca en roca como las otras. Pues tu abuela observó don Modesto la quiere mucho y no la llama más que Marisalada, por sus graciosas travesuras y por la gracia con que canta y baila y remeda a los pájaros.
Palabra del Dia
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