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Actualizado: 19 de junio de 2025
Algo, no obstante, queda aún en esta composición del misticismo de las otras. Es como un pequeño fragmento de El cantar de los cantares, o mejor diré del Gita-govinda, cuyos requiebros, ternuras y descripciones materiales pueden interpretarse por estilo ultramundano y trascendente.
Amor con misticismo era para el más espiritualista de los tertulianos como miel sobre hojuelas; pero con una diferencia, a saber: que si en las hojuelas con miel quitamos las hojuelas, la miel subsiste, mientras que en el amor con misticismo, si se quita el amor... la del humo.
Su misticismo, bien estudiado, con la nueva luz que acababa de adquirir, se le antojó que no había tenido ser ni consistencia; que había sido un producto artificial y vano de sus lecturas, de su petulancia de muchacho y de sus ternuras sin objeto de colegial inocente.
Doy por cierto que en los quince años que ha vivido lejos de mí no se ha lavado una vez sola ni siquiera las manos. ATENAIS. Ese grave defecto tiene el espiritualismo o misticismo, que ahora priva y cunde. Parece que las virtudes a la moda exigen que sean puercos los virtuosos.
Ya no forraba el martillo con bayeta, no, el hierro chocaba contra el hierro, el estrépito era horrísono. «Allí era él el amo, prueba de ello que su mujer había ido al baile: se había acabado el Paraguay, no más misticismo; una prudente piedad heredada de nuestros mayores y basta y sobra.
¿Esos versos, en que vibra un alma apasionada, esos versos tan de mujer, envueltos en la adoración, en el misticismo misterioso de Santa Teresa?... ¡He ahí los hombres! ¿Cuál de ustedes sería capaz de escribirlos?... Pues Edda está actualmente en Nueva York, y si usted quiere conocerla... ¿Que si quiero conocerla? dijo nuestra compatriota con su ímpetu característico.
Y aquella humilde procesión, bajo la media luz del ocaso, en una región tan oculta por la serranía abrupta, parecía brotar como tosco misticismo de la naturaleza misma del paraje, dulce, pacífico, triste. ¿Comprendió Muñoz aquellas emociones? Sólo le oyó algunos comentarios demasiado semejantes a reflexiones que ella había leído alguna vez.
El misticismo, que busca por camino más breve, a su Dios, en el abismo de nuestra propia alma, no aspirará a tenerle allí incomunicado. Su Dios estará en el abismo del alma, y en aquel centro se unirá el místico con Dios por estrechísimo lazo; pero Dios estará también por todo el universo, y todo
El único rival temible para D. Santos era el conde de Onís; pero éste ya estaba descartado. Su carácter excéntrico, su misticismo y las extrañas manías en que daba con frecuencia, habían concluido por aburrir a la muchacha... Con estos argumentos y un formidable pisotón de inteligencia que Paco le dio, el Jubilado entró en razón y se puso de parte de ellos.
Una atmósfera de misticismo, de iniciaciones sobrehumanas, de secretos intactos á través de los siglos, parecía desprenderse de estos montones de volúmenes polvorientos, algunos con las hojas roídas.
Palabra del Dia
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