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Actualizado: 23 de julio de 2025
Mira de Mescua , natural de Guadix, en el reino de Granada, era arcediano de dicha ciudad á principios del siglo XVII; fué protegido por el conde de Lemos, virrey de Napóles, á quien acompañó á Italia en 1610 , y vivió más tarde consagrado á sus deberes sacerdotales en la corte de Felipe III y IV. Como en la loa de Rojas, impresa en 1603 y escrita muchos años antes, se le llama poeta dramático famoso, hubo necesariamente de comenzar su carrera dramática durante el siglo XVI. Grande hubo de ser su fecundidad, puesto que las obras impresas, que pasan por suyas, y que serán sin duda parte mínima de todas ellas, ascienden á más de 50 .
Suárez: Historia de Guadix y Baza, pág. 323. Navarrete: Vida de Cervantes, pág. 120. Las comedias de Mira de Mescua, ya sueltas, ya en las colecciones, se atribuyen frecuentemente á otros autores; no conocemos la colección, de que nos habla Don Nicolás Antonio. Muy rica es la colección de manuscritos del duque de Osuna, en comedias de Mescua.
Parece como si la invención se prodigara en demasía, como si sus hilos no se entretejiesen formando confusa urdimbre; pero no puede negarse á Mira de Mescua la gloria de haber ideado muchos argumentos tan interesantes como flexibles, que con razón han sido populares en el teatro español, aunque poetas posteriores hayan segado la mies, que él sembrara.
La mayor soberbia humana de Nabucodonosor, auto sacramental, del Dr. Mira de Mescua. La mesa redonda, auto sacramental, de Luis Vélez de Guevara. El tirano castigado, auto del nacimiento de Cristo, de Lope de Vega. El premio de la limosna, auto sacramental, del Doctor Felipe Godínez. El caballero del Febo, auto sacramental, de D. Francisco de Rojas Zorrilla.
10 Lo que le toca al valor y Príncipe de Orange, del Dr. Mira de Mescua. 11 Amor de razón vencido, de un ingenio de esta corte. 12 El azote de su patria, de D. Agustín Moreto. 1 El defensor de su agravio, de D. Agustín Moreto. 2 La conquista de Orán, de Luis Vélez de Guevara. 3 No hay amar como fingir, del maestro León. 4 En Madrid y en una casa, de D. Francisco de Rojas.
Ya diez años antes de la muerte de Lope, decía Mira de Mescua: «Pues si Suidas y Quintiliano se admiraban de que Menandro hubiese escrito ochenta comedias ¿qué admiración se deberá á aquél, de quien hoy se leen más obras escritas en los tres estilos de la poesía, que de todos los poetas griegos, latinos y vulgares?....»
Los celos de Rodamonte, del Dr. Mira de Mescua. La bienaventurada madre Santa Teresa de Jesús, de Luis Vélez de Guevara. El cerco de Tremecén, de Guillén de Castro. El espejo del mundo, de Luis Vélez de Guevara. Tragedia famosa de Doña Inés de Castro, del licenciado Mexía de la Cerda. Casi más raras que las antiguas colecciones de comedias son las de entremeses.
2 San Isidro Labrador de Madrid, de Lope de Vega Carpio. 3 El sitio de Breda, de D. Pedro Calderón. 4 Los empeños de un engaño, de D. Juan de Alarcón. 5 El mejor tutor es Dios, de Luis de Belmonte. 6 El palacio confuso, del Dr. Mira de Mescua. 7 Victoria por el amor, del alférez Jacinto Cordero. 8 La victoria de Norlingen, de D. Alonso del Castillo Solórzano.
El salvado tan milagrosamente de las garras del Demonio resuelve entonces consagrar el resto de sus días á servir á Dios, confirmándolo aún más en su propósito la noticia, que tiene, del arrepentimiento decidido de Lisarda, y de su bienaventurada muerte. He aquí, en general, los motivos dramáticos empleados por Mira de Mescua.
1 El sabio en su retiro, de D. Juan de Matos Fragoso. 2 Cuerdos hay que parecen locos, de D. Juan de Zavaleta. 3 La romera de Santiago, del maestro Tirso de Molina. 4 Las niñeces de Roldán, de José Rojo y Francisco de Villegas. 5 Vida y muerte de la monja de Portugal, del doctor Mira de Mescua. 6 El voto de Santiago y batalla de Clavijo, de D. Rodrigo de Herrera.
Palabra del Dia
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