United States or Saint Vincent and the Grenadines ? Vote for the TOP Country of the Week !


Era más chico que Riofrío, y no llano como éste, sino pendiente: las casas pequeñas y desiguales, con toscos corredores de madera, de los cuales pendían largas ristras de mazorcas de maíz que amarilleaban al sol como preciosos tapices de tisú de oro. En aquel instante todo era animación y bullicio por las calles.

Yo hablaré dijo Martín a su cuñado tu no digas nada. A la luz de un farol, se veía un cuarto, de cuyo techo colgaban mazorcas de maíz, y una mesa de pino, a la cual estaban sentados dos hombres. Uno de ellos era el Cura, el otro su teniente, un cabecilla conocido por el apodo de el Jabonero. Buenas noches dijo Zalacaín en vascuence. Buenas noches contestó el Jabonero amablemente.

Todas las casas de este tienen entre una proporcional separación dividida por empalizadas de caña. Estas empalizadas resguardan árboles arbustos y malezas, y en algunas que el dueño es cuidadoso se ven verdaderos huertos, en que al lado del rústico cenador crece la parra, á cuyo tronco trepan los tallos de las sandías con las que se mezclan las doradas hojas de la piña y las mazorcas del maíz.

Convengamos en que tal vez Cafetera, y El Tuerto, y Tremontorio, y El tío Jeromo, y Juan de la Llosa, y el mayorazgo Seturas, y el jándalo Mazorcas, y hasta el erudito Cencio, serán de mal tono en un salón aristocrático; pero vayan a consolarse con sus hermanos mayores Rinconete y Cortadillo, Lázaro de Tormes, Guzmán de Alfarache, y con los venteros, rufianes y mozos de mulas de toda nuestra antigua literatura, y con los héroes del Rastro, eternizados por don Ramón de la Cruz.

De tal modo que Regalado, adivinando que de seguir así las cosas no se terminaría la faena ni á la media noche, se puso serio y les llamó al orden repetidas veces. Pero no logró nada. Hasta que se hartaron de retozar no se dieron cuenta de que las mazorcas estaban allí para otra cosa que para servir de proyectiles amorosos.

Y en cuanto las doradas mazorcas comenzaron á descubrirse dieron comienzo igualmente los cánticos, las risas, las bromas y los gritos. Ellas tiraban de las hojas y arrancaban las que sobraban: ellos trenzaban las espigas en largas ristras que subían luego al desván. Jacinto se sentó al lado de Flora, que desde hacía ya algunos días acompañaba á D.ª Robustiana y la ayudaba en las faenas del otoño.

Pateta miraba por uno de estos ventanucos, ocultándose tras unas ristras de mazorcas que colgaban de la techumbre, y por otro su compañero, que resguardaba el cuerpo con un haz de leña menuda. Venían hacia aquí, ¿verdad? ¡Claro! Lo malo será si se detienen y se alojan.

Sus doncellas y ella todas son una ascua de oro, todas mazorcas de perlas, todas son diamantes, todas rubíes, todas telas de brocado de más de diez altos; los cabellos, sueltos por las espaldas, que son otros tantos rayos del sol que andan jugando con el viento; y, sobre todo, vienen a caballo sobre tres cananeas remendadas, que no hay más que ver. -Hacaneas querrás decir, Sancho.