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Actualizado: 16 de julio de 2025


Por entre los pliegues de la cortina se veía un gran lecho matrimonial de palo santo, y cerca de él otro pequeñito de niño: la estancia, esclarecida débilmente por una lámpara veladora de bomba esmerilada que pendía del techo. Calla dijo la generala suspendiendo el aliento e inclinando la cabeza hacia la alcoba, creo que despierta mi Chuchú.

Levantábase á las tres, cargaba con los cestones de verduras cogidas por Tòni al cerrar la noche anterior entre reniegos y votos contra una pícara vida en la que tanto hay que trabajar, y á tientas por los senderos, guiándose en la obscuridad como buena hija de la huerta, marchaba á Valencia, mientras su marido, aquel buen mozo que tan caro le costaba, seguía roncando dentro del caliente estudi, bien arrebujado en las mantas del camón matrimonial.

Y se puso a describir con bastante gracia la vida matrimonial de su hija. Lo mismo ella que el marido eran un par de chiquillos mimosos, insoportables. Sobre si no la había pasado el plato a tiempo o no la había echado agua en la copa, sobre los botones de la camisa, o si no cepillaron la ropa, o tenía la ensalada demasiado aceite, armaban caramillos monstruosos.

Las explicaciones que Rosalía dio de aquel improvisado lujo no le satisfacían completamente; pero con un esfuerzo de buena voluntad supo admitir el gran economista algunas de ellas. La fe de su religión matrimonial le mandaba creer algo inexplicable, y lo creyó.

Su vida matrimonial, que en aquellos tres años se había ido alejando de su memoria como un sueño que la claridad de la aurora desvanece, surgió de pronto delante de sus ojos, tan próxima que la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella visión sentíase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse.

Convencida la tía María de que ningún apoyo ni ayuda alguna tenía que aguardar del hombre de influencia, al cual había querido asociarse en su empresa matrimonial, se determinó a llevarla a cabo por y ante , segura de vencer las objeciones de María y las que pudiese poner don Federico, como Sansón a los filisteos.

Al principio sospechó algo de las extrañas noches de valpurgis matrimonial que tan preocupado trajeron una temporada a Reyes; después, siguiendo la pista a los desvíos y distracciones del amante, llegó a comprender que no se trataba de otros amores, sino de ideas que a él le daban; tal vez iba a volvérsele definitivamente bobo, y no dejaba de sentir cierto remordimiento.

Su hija era heredera de una respetable fortuna, y bien merecía que su esposo aportase, cuando menos, otro tanto á la asociación matrimonial. Además dijo la viuda , yo deseo un yerno que sea persona seria y trabaje con provecho. Nunca me han gustado los hombres que pasan el tiempo soñando despiertos, leyendo libros ó escribiendo cosas que nada producen.

Luego sacó de uno de los cajones un revólver, lo examinó con detenimiento, lo cargó con nuevas cápsulas, lo colocó sobre la mesa y echó de nuevo la llave al cajón. Abrió la puerta del salón, abrió la de la habitación contigua, que era el dormitorio matrimonial, encendió un cigarro y se puso a pasear a lo largo de la crujía con aparente calma.

Al año del casorio, los hijos, que habían entrado en la vida matrimonial con regular desahogo, empezaron a recibir golpes de la suerte, como si heredaran la maldición recaída sobre la pobre madre.

Palabra del Dia

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