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Actualizado: 14 de junio de 2025


Se refiere de Pascal que habiéndose dedicado con grande ahinco á las matemáticas y ciencias naturales, se cansó de dicho estudio á causa de hallar pocas personas con quienes poder conversar sobre el objeto de sus ocupaciones favoritas.

Como los presos estaban aburridos de su inacción, cada cual buscaba el mejor modo de entretenerse. Yo me dediqué a darles lecciones de matemáticas, y llegué a ganar algún dinero. Por la noche, a pesar de que estaba prohibido tener luz, yo leía; guardaba los trozos de tocino que daban en el rancho, les ponía una mecha con un poco de estopa y me servían para alumbrarme.

Sólo tres jóvenes se están educando fuera de la provincia. Sólo hay un médico sanjuanino. No hay tres jóvenes que sepan el inglés, ni cuatro que hablen el francés. Uno sólo hay que ha cursado matemáticas. Un solo joven hay que posee una instrucción digna de un pueblo culto, el señor Rawson, distinguido ya por sus talentos extraordinarios.

Si después de quemarse las cejas y de estudiar matemáticas, física, química, botánica, zoología, antropología y otra multitud de asignaturas, que el Sr. Gener ha estudiado de un modo sobresaliente, hemos de venir a parar en el extremo en que el Sr. Gener para, casi es lo mejor no abrir un libro ni aprender cosa alguna. Todo es incognoscible.

Véase con cuidado lo que pasa en el mundo de hoy, y se hallará tal vez que la grande lucha, el gran trabajo de nuestro siglo, no es más que el resultado del natural antagonismo que existe entre las ciencias tradicionales y ese genio de la historia, ese nuevo espíritu que se ha despertado en el alma del hombre; más claro, entre las ciencias escolásticas por una parte, y las matemáticas y la física por otra.

Cansado de casamatas, cortinas, paralelas y castillos, procurose un empleo en la corte y fue perdiendo sus aficiones militares, quedándose sólo con las científicas: prefirió la física, las matemáticas a las aplicaciones de tales ciencias, al arte, y cada día fue menos guerrero.

Ni se comía un buñuelo ni escamoteaba un ochavo. Nadie le enseñó matemáticas y, sin embargo, para dar las vueltas de la moneda era más listo que un cambista.

Casóse éste con Doña Ana María de Henao y Riaño, descendiente de unos caballeros flamencos que se establecieron en Castilla, y parienta de los Riaños, infanzones de Aragón. Fruto de este matrimonio fué nuestro D. Pedro. Las ciencias, á que se consagró particularmente con más celo, fueron las matemáticas, la filosofía y el derecho civil y canónico.

Todo parecía poco para él, y él, entretanto, tenía bien limitadas las ambiciones sobre este particular; no sólo porque era cosa convenida que no necesitaba la carrera para vivir a expensas de ella, sino porque no quería echar sobre su cabeza mayor carga de la que pudiera sufrir con desahogo. Fue siempre un enigma indescifrable para él la convenida claridad de las matemáticas.

Claro es que con esto se destruirian todas las verdades necesarias; y que las matemáticas mismas, no serian mas ciertas que las relaciones de los prácticos de una profesion que nos cuentan lo que han observado en los objetos respectivos. Si pues aun ni de estas tuviésemos completa seguridad, ni de los resultados de la observacion podríamos tenerla.

Palabra del Dia

lanterna

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