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Actualizado: 5 de junio de 2025
A las cinco marchamos, hasta las ocho y media que hicimos alto en la Laguna de Palantelen, habiendo caminado cinco leguas por el rumbo del NNE 5 grados N. La laguna es accidental, de poco fondo, el agua gruesa, salada y hedionda, por efecto de la porcion de animales que aquí se hallan muertos. Es menester cavar para beber.
Por estos habia dos ó tres palmos de agua, y nos duró este camino tres horas: los pastos son pajonales, juncos y espartillos. Dia 16. A las seis marchamos, hasta las diez que hicimos alto en una lagunita inmediata al Arroyo Dulce, habiendo caminado tres leguas al NNO. A las tres continuamos la marcha, y á dicha hora siguió para su poblacion D. Clemente Lopez y D. Juan de Mier.
A las seis y tres cuartos marchamos hasta las once y media, que paramos en una laguna accidental. Hicimos el camino de 7 leguas al N: el terreno es llano, con algunos bañados y muy escaso de pastos. Observamos en la latitud S de 37 grados 7 minutos. A las tres y media continuamos la marcha, hasta las cinco y media que paramos en otra laguna como la dicha.
A las tres de la mañana llegó un indio, despachado de Lincon, con la noticia que habian bombeado á los indios, que fuesemos cuanto antes; y efectuándolo, marchamos inmediatamente, aunque con grandísimo trabajo por los muchos médanos y arena suelta que habia.
Marchamos de mañana, y habiendo caminado á distancia de 6 leguas, poco mas ó menos, estando inmediatos á una laguna, llegó Francisco Almiron y Luis Ponce, intérpretes que llevabamos de nuestra parte, y dijeron al Comandante de parte de dicho Lincon y demas caciques, hiciesemos alto, que querian recibirnos en aquel parage.
Marchamos a ciegas. He visto hombres que corrían hacia Jerez, para avisar nuestra llegada. Nos esperan; pero no para nada bueno. Tú te cayas, Maestrico repuso imperiosamente el caudillo, que, orgulloso de su cargo, acogía como una irreverencia la menor objeción. Te cayas; eso es. Y si tienes miedo, te najas como los otros. Aquí no queremos cobardes. ¡Yo cobarde! exclamó con sencillez el muchacho.
Me miras con demasiada tenacidad, sobrina, ¿me encuentras tal vez buen mozo? De ningún modo. Mi tío hizo una ligera mueca. Eso es franqueza, o yo no entiendo jota. ¿Y por qué estás tan pálida? Porque me muero de miedo, tío. Miedo, y ¿de qué? Marchamos tan rápidamente. ¡Es espantoso! Comprendo; es la primera vez que viajas. Tranquilízate, no hay ningún peligro. Y mi prima, tío, ¿está en el Pavol?
Así marchamos hasta las nueve de la noche; las mulas, trabajando en la oscuridad, comenzaban a fatigarse, y el riesgo de una caída se hacía por momentos más inminente. Debíamos haber subido algunos centenares de pies porque el frío comenzaba a hacerse sentir, así como el hambre, que no olvida jamás sus derechos.
A las seis paramos en un albardoncito de un bañado, habiendo caminado 5 leguas al N cuarta NO: todo el terreno es como el del dia anterior. Dia 17. A las seis marchamos, hasta las once que paramos en la Cruz de Guerra. Hicimos el camino de 8 leguas por el N: todo este terreno se compone la mayor parte de bañado.
Llegan por fin al último piso, ante una puerta detrás de la cual déjase oír una vaga música; la señora Bouzine recobra el aliento, y luego llama. Una criada, bastante sucia, introduce a las visitantes en un saloncito poco amueblado y cuyo moderno estilo disimula mal la pobreza. LEA. Oye, mamá... ¿Por qué no nos marchamos...? ¡Volveríamos otro día...!
Palabra del Dia
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