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Sería una falta, que jamás nos perdonaríamos, si no hiciésemos mención de los sargentos Pérez y Montalvo y los cabos Díaz y López del escuadrón "F" de la Guardia Rural; y á los también cabos del escuadrón "L" Martínez y Pérez, que tan heróicamente se comportaron en esta acción.

España manda á Cuba cada año, en mercancías, por valor de veinticinco; pero como de allí vienen seis, la balanza de comercio sólo da en nuestro favor diecinueve. Y como si todas las mercancías que enviamos á Cuba no valiesen un pito y fuesen una basura grandísima, que nosotros hiciésemos tragar y pagar por fuerza á los infelices y tiranizados cubanos, el Sr.

No fue menester, por ejemplo, de la Inquisición de España para el suplicio de Vanini, de Bruno, de Miguel Servet, de Tomás Moro y de María Estuardo. Si hiciésemos la exacta estadística de todos los herejes quemados vivos en España, acaso sería menor su número que sólo el de las brujas y brujos que en Alemania fueron quemados.

Al día siguiente yo le dije a Allen que advirtiera al capitán Sandow que, para corresponder de alguna manera a su hospitalidad, trabajaríamos en su casa. A Ugarte le parecía una simpleza ponerse a trabajar cuando no se lo pedían a uno; el capitán Sandow replicó que no quería que hiciésemos nada; pero, sin duda, en vista de la insistencia de Allen, dijo que podríamos ponernos a arreglar el jardín.

Y tómase por la distincion y mudança, que se hace en la Comedia de cosas sucedidas en diferentes tiempos y dias, como si queriendo representar la vida de un Santo hiciesemos de la niñez una jornada, de la edad perfecta otra, y otra de la Vejez.

Pues oye, mamá contestó Juanita con el mayor reposo : yo no quiero que nadie reviente; lo mejor es que no lo sepa nadie. ¿Qué quieres decir con eso, muchacha? Lo que quiero decir es que nosotros, , él y yo, seríamos los reventados si hiciésemos tal desatino.

Marchamos de mañana, y habiendo caminado á distancia de 6 leguas, poco mas ó menos, estando inmediatos á una laguna, llegó Francisco Almiron y Luis Ponce, intérpretes que llevabamos de nuestra parte, y dijeron al Comandante de parte de dicho Lincon y demas caciques, hiciesemos alto, que querian recibirnos en aquel parage.

Increíble fué el júbilo que tuvo el santo varón, no cesando de dar gracias, y exhortándonos con las lágrimas en los ojos á que hiciésemos lo mismo, entonó las letanías de Nuestra Señora; y llegando poco después al lugar donde el día antecedente había dicho misa el P. Juan Bautista de Zea, nos juntó á todos, y más con lágrimas que con palabras, nos agradeció tantos trabajos como habíamos pasado por él, y que toda su vida se acordaría de nosotros.

Ya comprendo esto; pero entonces bajaremos la perpendicular en aquel triángulo solo, y V. me habla como si se la bajase en todos. El triángulo se construiria para un ejemplo; y lo que con él hiciésemos, claro es que podríamos hacerlo con todos. ¿Con todos? señor; ¿pues no concibe V. que en todo triángulo rectángulo se puede bajar una perpendicular del ángulo recto á la hipotenusa?

A fin de quitarnos de encima tan insufrible carga, ¿no hubiera sido conveniente, ó no lo sería en lo futuro, ganar la voluntad de las primeras potencias coloniales de Europa, celebrar tratos y concertarse de algún modo con ellas? Cualquiera promesa, cualquiera sacrificio que hiciésemos, sería mucho menor que los sacrificios que estamos haciendo hoy y que tendremos que hacer en adelante.