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Don Rodrigo me lo dirá... , ... ¡don Rodrigo!; y es el caso que empiezo á desconfiar de él, pero yo desconfío de todo el mundo... de todos, hasta de mismo. El duque acabó de subir en silencio las escaleras, entró en su despacho, y abrió con una ansiedad marcada la carta de la duquesa de Gandía.

Muy inferiores á ella son La enemiga favorable, de Tárrega, y El mercader amante, de Gaspar Aguilar , y sin disputa no merecen tan marcada preferencia, respecto de otras muchas de igual ó más alto valor poético.

=Dósis.= Las dósis deben ser tanto mas débiles cuanto mas exacta sea la indicacion y mas marcada la semejanza de sus síntomas.

Midió a grandes zancadas un espacio de veinte metros, que era el convenido en un papel que llevaba en la mano. Un poco mayor resultaba la distancia marcada por sus pasos. Pero era él quien había propuesto los veinte metros, y con el mismo derecho podía medir treinta o cuarenta si le daba la gana... Un detalle sin importancia. ¡Adelante también!

En cambio, tenía marcada ojeriza a los ríos. El aire del río le ponía ronco. La humedad le daba dolores de reuma. Las nieblas le sofocaban y le ponían asmático. Eso de que el aire fuese en ellos «encallejonado», le inspiraba una aversión y un desprecio indecibles. Don Melchor dormía poco.

Lo malo es que bien se puede apostar uno contra mil á que ese estado de florecimiento y de grandeza no llegará para Cuba, ni en muchos siglos, si prematuramente y con marcada y notoria ingratitud, lograra separarse ahora de la metrópoli.

El concejal estaba tan conmovido que apenas pudo murmurar algunas palabras de gracias. Salió de la estancia casi a rastras. Una vez en la calle, Pepe le felicitó calurosamente y le anunció que aquella firmeza daría buenos resultados. Pero él acogió las enhorabuenas con marcada frialdad.

No hablemos, por consiguiente, de su vida. De ella, lo que parece destacarse de una manera marcada, es esto sobre lo cual necesariamente habré de volver, porque fue rasgo típico de su temperamento.

El color de su piel era fuertemente moreno, sus cabellos entrecanos, la frente pronunciada, audaz, inteligente, marcada por un no qué solemne; las cejas y los ojos negros; pero estos últimos pequeños, redondos, móviles, penetrantes, en que se notaba un marcadísimo estrabismo; la nariz larga y aguileña; la boca ancha, la barba saliente, el cuello largo.

Ni Roussel ni la señorita Guichard habían hablado de sus disentimientos á Mauricio y á Herminia, obedeciendo al miedo de sembrar el odio en aquellos sencillos espíritus. Los dos muchachos crecieron y entraron en la edad juvenil. Mauricio, después de terminar sus estudios, había manifestado una afición muy marcada por la pintura.