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3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban de él. 4 Pero Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa. 6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.

D. José María de Beránger el 21 del mismo mes, una Comisión ejecutiva, encomendándola la realización del proyecto, en unión de un ingeniero naval, con atribuciones bastantes para aclarar y resolver desde luego cuantas dudas ó dificultades ocurrieran, así como también para invertir la cantidad entregada por la Junta directiva del Centenario con la justificación reglamentaria.

»Despues de terminada nuestra obra, vengan en buen hora á disputarnos los adoradores del hijo de María el predominio sobre el Occidente.

Y ayudándose de María Josefa, que sabía mejor que él a qué atenerse, mantuvo alerta la conversación algún tiempo sobre el escabroso tema. Luis estaba en brasas. Dirigía frecuentes miradas hacia el sitio de Amalia, como reclamando lo que estaba obligada a concederle. Levantose al fin la dama, se asomó a la puerta y tornó a sentarse.

La guerra, aquella santa guerra de que no nos muestra otro ejemplo la Historia en tiempos cercanos, obligó a suspender este como otros proyectos, y D.ª María, aragonesa y muy patriota, hubo de llamar a D. Diego, y desde lo alto de su sitial le aterró con estas palabras, confiadas después a mi discreción por D. Paco: Hijo mío, mucho te quiero.

María Antonia Fernández se sentía atraída hacia D. Jacinto por un afecto angelical y todo del espíritu, y se lisonjeaba además de que afecto no menos puro impulsaba a D. Jacinto a venir a visitarla. Sus pláticas eran edificantes y propendían a lo místico, pero María Antonia distaba mucho de caer ni de tropezar siquiera en el error de los alumbrados.

¡Jesús!, qué abominación exclamó con indecible trastorno doña María . ¡Noviazgo!... Presentación, retírate al instante. La muchacha no obedeció. Pues si ha habido noviazgo, y los dos se quieren, y han dado un paseíto juntos, y el señor es un buen militar, a qué andar con farándulas y mojigatería, lo mejor es casarlos y en paz.

La guarda de María, durante algunos días de la cuaresma y Semana Santa, acude en romería á una pintoresca montaña llamada el Calvario, en la que se alza una tosca cruz de madera. La ofrenda á María que hacen las dalaguitas al terminarse el último novenario del mes de Mayo, es digna de verse por todos conceptos.

Volvió la cabeza y vio a su hija María, que vino a sentarse silenciosamente a su lado. Pero él, como si presintiera un nuevo dolor, no le preguntó nada, no le dijo nada. Contentose con apretarle la mano y cerró de nuevo los ojos.

Huberto se mostró dócil a las exhortaciones maternales; no pareció obstinarse en demostrar a María Teresa sentimientos inoportunos; sin embargo, débil y vacilante, no osaba provocar una franca ruptura.