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Actualizado: 9 de junio de 2025
Macizas, grasientas y viscosas ondas, donde la vida fermenta en la levadura de la vida. Por centenares de leguas, en longitud y latitud, parece aquello un volcán de leche, y de leche fecunda que ha hecho erupción y ahogado al mar.
Hízolo, en efecto, con notable maestría, en que creyeron descubrir algunos las macizas huellas del buey Apis, y cuando cesó de hablar, las miradas significativas de todos se cruzaron de uno a otro lado... El hecho era cierto: Martínez y su mesnada cantaban la palinodia, y el Grande de España consorte era el encargado de hacer llevar el reverente clamor a los oídos del monarca.
Al mover sus manos, brillaban con mágico resplandor piedras de todos colores engastadas en las sortijas de extrañas formas que llenaban sus dedos. En los frescos antebrazos tintineaban pulseras de oro, unas de filigrana oriental, con misteriosas inscripciones, otras macizas, de las que pendían amuletos y figurillas exóticas, como recuerdos de lejanos viajes.
En los parapetos que cerraban por ambos lados la extensa plaza asomaban sus gargantas, sobre el puerto ó sobre el mar libre, otras piezas más modestas, pero igualmente enormes y vetustas. Las balas macizas de estos cañones formaban pirámides, y una vegetación parásita se había introducido entre las pelotas de hierro.
Al regresar hubo refresco para la familia y amigos íntimos solamente: un refresco a la antigua española, con almíbares, sorbetes, chocolate, vino generoso, bizcochos, dulces variadísimos, todo servido en macizas salvillas y bandejas de plata, con gran etiqueta y compostura.
Son altas, macizas, de tez sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo musical muy característico: parece que recitan al piano. No presumen de bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de ningún otro pueblo de la provincia, y no es así.
El mueblaje consistía en algunas sillas macizas, en cuyos respaldares había esculpidas guirnaldas de flores de roble; en el centro había una mesa del mismo estilo que las sillas, todo del tiempo de la Reina Isabel de Inglaterra, ó quizás anterior á él, y traído de la casa paterna del Gobernador.
Cómo D. Bernardo Rivera había descendido tan abajo y doña Martina había subido tan arriba, no era fácil de explicar en aquel tiempo; años atrás no había tal dificultad para los que apreciaban, en su justo valor, las carnes macizas y sonrosadas de la buena señora.
Siete años duró el matrimonio, y su único fruto fue Juanito, a quien pusieron tal nombre por apadrinarle el hermano de Manolita, o más bien, doña Manuela, pues el estado de maternidad, ensanchando sus macizas carnes de matrona, habíanla dado un aspecto respetable y majestuoso. Aquel marido aceptado en un arrebato de ira, sí no llegó a inspirarla amor mereció la tierna simpatía del agradecimiento.
Oyóse asimismo un espantoso ruido, al modo de aquel que se causa de las ruedas macizas que suelen traer los carros de bueyes, de cuyo chirrío áspero y continuado se dice que huyen los lobos y los osos, si los hay por donde pasan.
Palabra del Dia
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