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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Por más esfuerzos que hacía para volver otra vez a aquella mi anterior convicción, no lo lograba. Oscuro y temeroso se me ofrecía lo que poco antes veía claro y risueño. Pues, a pesar de eso, no observaba en mi alma aquel sentimiento de furor y rabia que me había acometido al saber mi derrota. Una extraña laxitud la invadía, un desfallecimiento que me inclinaba a la tristeza, no a la cólera.
No dejaba Doña Juana de escribir á su madre con el objeto indicado; pero inútiles habian sido hasta entonces sus súplicas para alcanzar el permiso de esta: habia llegado hasta el punto de mandar á los personajes mas influyentes de su córte para si por este medio lograba lo que hubiera deseado aun á costa de su vida.
Le apodaban Manos Duras, nombre famoso en el país y resultaba un vecino inquietante, pues vivía de vender reses, y nadie lograba averiguar dónde había hecho antes sus compras. Algunos viejos, conocedores de su origen, lo declaraban nacido en la Pampa Central.
A la mañanita del siguiente día iba Benina camino de las Cambroneras, con su cesta al brazo, pensando, no sin inquietud, en las exaltaciones del buen Almudena, que le llevarían de pronto a la locura, si ella, con su buena maña, no lograba contenerle en la razón. Más abajo de la Puerta de Toledo encontró a la Burlada y a otra pobre que pedía con un niño cabezudo.
Gritó, pateó, le arrojó la sortija a los pies y con ella todos los regalos que le había hecho antes. ¿Qué se había creído el tío silbante? ¿que ella era una tal y una cual? ¡Anda, que se había llevado buen chasco! Sortijitas a ella, ¿eh? Ya vería lo que lograba con sus alhajas... Romadonga aguantó a pie firme y con bastante calma el chubasco.
Rarísima vez se daba el caso de que ella le hiciese una caricia; para obtenerla, tenía Maxi que echarle memoriales, y lo que lograba era como limosna. Es que Fortunata no servía para cortesana, y sus fingimientos eran tan torpes que daba lástima verla fingir. El joven farmacéutico tenía momentos de horrible tristeza, y cavilaba mucho.
Sólo así lograba que saliese de sus preocupaciones de jugadora que la tenían en perpetua distracción, hablando y sonriendo automáticamente, con una mirada de sonámbula. Lubimoff le mostró una tarde varios telegramas y cartas de Madrid, de París, de Berna. Reyes y ministros se ocupaban en averiguar la suerte del aviador desaparecido.
Hasta entonces tenía ella una vaga esperanza de poder preparar el ánimo de doña Inés, a fin de evitar su enojo; pero si esto no se lograba, Juanita estaba decidida, contando con la decisión de don Paco, a arrostrar el enojo de doña Inés y el de todo el mundo y a hacer su gusto casándose, aunque ella, su futuro y su madre tuvieran que abandonar por insufrible el pueblo de Villalegre, perdiendo la posición que en él gozaban.
De toda la familia del marido, Aresti era el único que lograba despertar en ella cierta simpatía. Además, Sánchez Morueta siempre estaba ausente; sólo le veía por la noche, y aunque la escuchaba con los ojos puestos en ella, su pensamiento estaba lejos, muy lejos.
Sacó los insectos con el dedo meñique, y su amiga le criticó esta acción, llamándole sucio y tratándole con cierta sequedad. Trajeron la leche bien tapada para que no cayeran moscas, y mientras Fortunata se la bebía, Ballester se tomó la otra, diciendo bromas y chuscadas, con las cuales no lograba disipar la negra tristeza en que la joven había caído tras la ruidosa alegría.
Palabra del Dia
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