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Actualizado: 7 de junio de 2025
Hubiérase lanzado éste con ímpetu salvaje dentro del local; pero se detuvo, temeroso de que, viendo su facha estrambótica, le adjudicaran una paliza ó le entregasen á una pareja.
Pero aunque Juan Pablo se encariñaba de este modo con el local, había cambiado de café bastantes veces en el espacio de cinco años. Equivalía esto a mudar de vivienda, y como todos los cafés de Madrid se parecen, lo mismo que se parecen las casas, Juan Pablo llevaba en sí propio su domesticidad, y a los dos días de frecuentar un café, ya se encontraba en él como en familia.
La gobernadora se exaltaba; accionaba con el abanico cerrado sobre su cabeza y llamaba señor mío al Arcediano. Glocester defendía el claustro, pero batiéndose en retirada por galantería, sonriendo y abanicándose. En el salón se hablaba de política local.
La escasa claridad que de aquella abertura, más que patio, venía, llegaba tan debilitada al local bajo, que era necesario acostumbrar la vista para distinguir los objetos; y aun después de ver bien, no se podía abarcar todo el recinto, sino la zona más cercana a la puerta, porque lo demás se perdía en ignoradas capacidades de sombra.
La agricultura, que hace cincuenta anos tenía limitadas sus operaciones á satisfacer las necesidades del consumo local, crece de un modo fabuloso, traspasa sus ordinarios límites, y llega á Europa y América con sus productos, logrando que se los tenga en grande estima.
En la parte clara de tan extraño local había grandes fardos de cáñamo en rama, rollos de sogas blancas y flamantes, trabajo por hacer y trabajo rematado, residuos, fragmentos, recortes mal torcidos, y en el suelo y en todos los bultos una pelusa áspera, filamentos mil que después de flotar por el aire, como espectros de insectos o almas de mariposas muertas, iban a posarse aquí y allá, sobre la ropa, el cabello y la nariz de las personas.
En cuanto al resto de la tripulación, los marineros del brick los habían agarrotado para que no les estorbasen en sus operaciones. La entrada del local, donde estaba depositado el dinero de don Carlos, se encontraba bajo la estera que cubría el piso. De modo que Kernok se vio obligado a pasar por la habitación donde yacían los restos sangrientos de los dos esposos.
Todos los habitantes del corral tienen su sitio de preferencia. Esta atracción de un trozo de pared, de un ángulo, de una mancha de sombra, es un resto de la simpatía local que aquellos infelices llevan a la región de tinieblas en que vive su espíritu. Constantemente se agitaba Rufete en un ángulo del patio, tribuna de sus discursos, trono de su poder.
El orador termina con pocas palabras más su grandioso discurso, y levanta la sesión. Los espectadores salen del teatro medio asfixiados, tanto por las múltiples emociones que en poco tiempo habían experimentado, como por los treinta y ocho grados centígrados que había en el local. Esto pasaba en las altas esferas.
El Sacatin, pues, no solo da la muestra de la industria local y la medida del comercio, sino que interesa mucho por su colorido local, su tipo moruno y las costumbres que allí se revelan.
Palabra del Dia
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