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Actualizado: 23 de junio de 2025
Y a ella le tocó reír después y desmenuzar tan livianos argumentos... El sueño, un sueño dulce y mutuo les cogió, y se durmieron felices... Y ved lo que son las cosas, Juan se enmendó, o al menos pareció enmendarse. Tenía Santa Cruz en altísimo grado las triquiñuelas del artista de la vida, que sabe disponer las cosas del mejor modo posible para sistematizar y refinar sus dichas.
La facilidad que ofrece para la versificación la lengua española, no dejó de contribuir también á ello, empleándose á este efecto, no sólo las antiguas combinaciones métricas nacionales, sino las más artísticas de los italianos; romances, redondillas, décimas, glosas, sonetos, octavas y canciones se componían por los motivos más livianos: la poesía era la gala de la vida y el intérprete de todos los placeres y penas.
Las aventuras novelescas, que, en esta ciudad de las serenatas, estaban á la orden del día; la extraña mezcla de civilización, casi refinada, y de ferocidad, casi propia de la Edad Media; las escenas galantes del Prado; las citas nocturnas y amorosas en las rejas; los sangrientos desafíos de los caballeros; el fogoso amor, así como la afición á las intrigas y las astucias, de los amantes; la alegría y la ligereza; la iniciativa de los caballeros en sus empresas, no espantándoles ningún peligro; la ternura y la abnegación de las damas, y también su espíritu vengativo y su facilidad en ofenderse por motivos livianos: todo esto, repetimos, se encuentra en esas comedias, con tanta verdad, que quizá no haya otro documento más fiel para estudiar y conocer las costumbres de los antiguos españoles.
Pronto vino en cuenta de su error. El indiano, aunque tuviese dinero, ni lo mostraba. Largos seis meses lo tuvo de huésped en casa, haciendo por obsequiarle no pocos sacrificios, sin obtener más recompensa que algunos livianos regalos a las chicas y a Rafael.
Se contaba que había entregado ya a la Amparo sumas enormes o las había puesto a su nombre en el Banco; que se enfurecía por livianos motivos y gritaba y gesticulaba como un demente, llegando sus arrebatos hasta maltratar de obra a los criados o dependientes; que comía vorazmente y sin medida, y que decía de su hija horrores inconcebibles, imposibles de repetir entre personas decentes.
Mi ronca voz desmaya, desque siento El bravo laberinto en que me meto, Habiendo de escribir el alzamiento De la gente soberbia; que prometo, Que si durára aquel levantamiento Un mes, todo el Perú fuera sujeto A la diccion y mando de tiranos, Con solo la ocasion de estos livianos.
Palabra del Dia
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