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Actualizado: 11 de junio de 2025
Así es como ella, dice un poeta contemporáneo, procuraba acercarse a Dios y romper las ligaduras de la cárcel de su carne como valerosa guerrera del amor del Señor...» Basta, no leas más: ¿qué te parece? Ya he leído muchas veces esto mismo.
Corrí hacia él, deshice sus ligaduras... ¡y le abracé llorando! A partir de aquel momento, y gracias a mí, conquistó una brillante posición. Caffarelli proclamole su vencedor. Pero este vencedor llegó a ser un amigo de corazón y su casa ha estado abierta siempre para mí. Su fortuna no le ha cambiado.
Verónica había sido mejorada en tercio y quinto, y esta mejora estaba asegurada, entre el cuerpo de bienes, con cuantas ligaduras eran de apetecer, según la sabia y cariñosa previsión de su abuelo.
Colocado en este terreno, pronto comprendí que lo que yo necesitaba desde luego y con urgencia para salir airosamente del conflicto, era adquirir otras ligaduras con qué sustituir las quebrantadas por la muerte; otro vínculo nuevo que me uniera a Tablanca, ya que no tan estrechamente como lo estuvo mi tío, hasta el punto, cuando menos, de que dejara la casona de ser cárcel para mí. Bueno.
Cierto que me quedaban las ligaduras de un compromiso solemnizado tantas veces y delante de tantas y tan distintas personas; pero también era verdad que a ese compromiso le había puesto yo la limitación de «en cuanto me fuera posible», y que, suponiendo que llegara a ser capaz de penetrar la obra de mi tío para trabajar en ella, mi trabajo no sería continuo ni a cada hora, ni siquiera de cada día, al paso que la tediosa realidad que me asfixiaba era continua, perenne, de todos los momentos.
Sus terribles invasiones y conquistas son los sacudimientos convulsivos de un moribundo que se cree lleno de juventud y vida porque rompió unas miserables ligaduras.
Si el canal de Castilla, las nuevas carreteras y los ferrocarriles que están en construccion ó en via de ejecucion, crearán el primer elemento de prosperidad, solo una legislacion liberal, que rompa las ligaduras del comercio interior y exterior, completará la regeneracion económica y moral de los castellanos.
El vientecillo del amanecer hacía ondear los penachos de su sombrero. Cuando avanzaron los doce fusiles, colocándose horizontalmente á una distancia de ocho metros, todos apuntando al corazón, ella pareció despertar. Chilló con los ojos desencajados por el horror de la realidad, que se imponía de pronto. Sus mejillas se cubrieron de lágrimas. Tiró de las ligaduras con un vigor de epiléptica.
Tinito el sabio se encaminó a su casa por los callejones más extraviados, para no ser visto por sus amigos y colaboradores, pues así convenía para sus planes; y una vez encerrado en ella y después de encargar muy encarecidamente que se dijera a cuantos llegaran a preguntar por él, si alguien llegaba, que no había venido aún, procedió a romper las ligaduras del paquete con mano codiciosa y a dividir su contenido en cuatro porciones: una para cada repartidor de los tres que tenía apalabrados, y la más pequeña para dejarla de reserva.
Observó que aumentaba la angustia de su pecho, como si se le oprimieran verdugos con ligaduras de acero; que «allá dentro» se formaba algo, como burbuja enorme, que se transformaba en oleada de sudor frío, que intentaba subir, y subía; y pasar por el istmo de la garganta, forcejeando allí para conseguirlo, porque no cabía..., y pasaba también, pero sin cesar de pasar; que subía otro tramo, y al llegar a los oídos silbaba y hervía y aporreaba; y que subiendo, subiendo, se precipitaba con el estruendo y la fuerza de un desbordado torrente, en las profundidades del cráneo...
Palabra del Dia
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