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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Sintió Febrer honda irritación al recordar sus errores y angustias. ¡Malditos muertos! La humanidad no sería feliz y libre mientras no acabase con ellos. Pablo, ¡matemos a los muertos! Miró un instante con cierta zozobra el capitán a su amigo; pero al ver la serenidad de sus ojos, se tranquilizó, y dijo sonriendo: Por mí, ¡que los maten!
Lo que me acontece en dicho ejemplo, se verifica con respecto á muchísimos otros; y así es que experimento dentro de mí una serie de fenómenos que me representan objetos externos, pero sin ninguna necesidad que me fuerce á estar sometido á ellos; pues los quito y los reproduzco con simples actos de mi libre albedrío.
Faltó poco para que don Mariano lo echase todo a rodar, lanzando algún insulto a la cara de aquel soldadote; pero las amarguras que desde la noche anterior venía padeciendo le tenían muy abatido. Por otra parte, temió comprometer gravemente la situación de su hija, y viéndola libre no quiso perderla de nuevo.
Un grito penetrante se le escapó a la pobre viuda; pero se dominó en seguida y estalló en una carcajada. ¿Y ese grito? murmuró la condesa estupefacta. Es de alegría, señora, de alegría dijo Marta . Ahora me podré casar, vos seréis libre y feliz, estaréis libre de todo pesar. ¡Ah, qué satisfecha estoy! Menos por mí que por vos, que sois mi buena y generosa señora.
La vio como nunca la había visto, libre de mantilla y de sombrero, al aire la cabellera luminosa, que parecía justificar su nombre romántico.
Racionalmente concebida, la democracia admite siempre un imprescriptible elemento aristocrático, que consiste en establecer la superioridad de los mejores, asegurándola sobre el consentimiento libre de los asociados.
El desastre de los claustros demolidos y la energía de una vegetación libre y salvaje, me habían producido sensaciones de grandeza distintas.
Encuéntranse personas exentas de liviandad, de codicia, de envidia, de odio, de espíritu de venganza; pero libre de esa exageracion del amor propio, que segun es su forma, se llama orgullo ó vanidad, no se halla casi nadie, bien podria decirse que nadie.
Su tez, reanimada por suave tono rosado, traía de las caminatas al aire libre como un reflejo de luz y de calor que lo doraba. Tenía la mirada más rápida y la cara un poco más delgada, las pupilas como manchadas por el esfuerzo de una vida muy activa y la costumbre de abarcar dilatados horizontes.
Por grande yerro tendría, si la eleccion de príncipe pende de nosotros, escoger al que vive ausente, y ocupado en gobernar mayores estados, y dejar al desocupado y libre de otras obligaciones y el que ha de vivir siempre entre nosotros, y correr la misma fortuna de los sucesos prósperos, y adversos.
Palabra del Dia
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