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Actualizado: 11 de septiembre de 2025
Aviraneta insistió en que su pensamiento era unir a los liberales para preparar una acción común; pero esto, si no encerraba una intención distinta, era de lo más inocente que se podía ocurrir por aquellos días a hombre nacido, y Aviraneta, justo es decirlo, tenía de todo menos de espíritu puro.
Por mucho que los filipinos deban á España, no se les puede exigir que renuncien á su redención, que los liberales é ilustrados vaguen como desterrados del patrio suelo, que se ahoguen en su atmósfera las aspiraciones más groseras, que el pacífico habitante viva en continua zozobra, dependiendo la suerte de los pueblos de los caprichos de un solo hombre; la España no puede pretender, ni en el nombre del mismo Dios, que seis millones de hombres se embrutezcan, se les explote y oprima, se les niegue la luz, los derechos innatos en el ser humano, y después se les colme de desprecio é insultos; no, no hay gratitud que pueda excusar, no hay pólvora suficiente en el mundo que pueda justificar los atentados contra la libertad del individuo, contra el sagrado del hogar, contra las leyes, contra la paz y el honor; atentados que allá se cometen cada día; no hay Divinidad que pueda proclamar el sacrificio de nuestras más caras afecciones, el de la familia, los sacrilegios y violaciones que se cometen por los que tienen el nombre de Dios en los labios; nadie puede exigir del pueblo filipino un imposible; el noble pueblo español, tan amante de sus libertades y derechos, no puede decirle que renuncie á los suyos; el pueblo que se complace en las glorias de su pasado no puede pedir de otro, educado por él, acepte la abyección y deshonre su nombre!
Es que las iniciativas que vienen de abajo se llaman descontento... Y proyectos las que vienen de arriba, insinuó otro: ¡ahí está la Escuela de Artes y Oficios! Poco á poco, señores, dijo Sandoval; yo no soy frailero, conocidas son mis ideas liberales, pero ¡al César lo que es del César!
Sí, señor, ahora mismo voy yo a la imprenta y con la mayor energía que permite la ley, la pícara ley de imprenta, redactaré allí mismo un suelto convocando a los liberales, amigos de la justicia, etc., etc.... Descuide usted, señor Foja. Llame usted al suelto: Entierro civil. Sí, señor; así lo haré. Con letras grandes. Como puños, ya verá usted.
Casi todos los Españoles del Paraná eran liberales y progresistas, lo que me probaba que las inclinaciones hacia la libertad se han desarrollado mucho en la Península, despues de la independencia colombiana. Por otra parte, no hay un pueblo tan nacional como el español.
En 1820 quedó organizado el gran-ducado con el carácter de monarquía constitucional, dotado de instituciones relativamente liberales que la revolucion desarrolló en 1849.
Don Francisco Viedma , intendente de Cochabamba, movido por los sentimientos mas liberales, quiso sustraer de la esclavitud á los habitantes de Moxos; pidió la emancipacion de esta provincia, y su sometimiento á las leyes que regian las demas posesiones españolas del nuevo mundo; pero la audiencia de Charcas sostuvo el reglamento de Rivera, que en 1832 aun servia de régimen á los administradores.
La misma objecion se la he hecho al P. Irene, pero con su risa picaresca me dijo: Hemos ganado mucho, hemos conseguido que el asunto se encamine hácia una solucion, el enemigo se ve obligado á aceptar la batalla... si podemos influir en el ánimo de don Custodio para que, siguiendo sus tendencias liberales, informe favorablemente, todo está ganado; el General se muestra en absoluto neutral.
Tenía Ferragut el mismo carácter de todos los grandes corredores de aventuras amorosas: liberales y despreocupados en la vivienda ajena; pundonorosos y suspicaces en la propia. Ese viejo carcamal se dijo está enamorado de Cinta. Es una pasión platónica; con él no hay que temer otra cosa; pero me hace todo el daño que puede... Voy á decirle dos palabras.
Para adecentar la vida pública y la moral privada, v. gr., la sola libertad de la prensa ha resultado más eficaz que las legiones de censores, confesores, inquisidores y predicadores, que torturaban disidentes y liberales mientras el papa Alejandro VI, su hijo el cardenal César Borgia y su hija Lucrecia, daban a la Europa cristiana el modelo de una perversidad y depravación que no han sido superadas.
Palabra del Dia
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