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Actualizado: 11 de junio de 2025


Sus ojos grises, de mirada fija e imperativa, ojos de hombre habituado al mando, eran lo único que justificaba la fama del capitán Llovet, la leyenda sombría que flotaba en torno de su nombre.

En el tímpano, un relieve representaba a la Virgen rodeada de ángeles, vistiendo una casulla a San Ildefonso, piadosa leyenda repetida en varios puntos de la catedral, como si fuese el mejor de los blasones.

Una criatura tan noble y tan atractiva como ella, debía inspirar, así como sentir, la más profunda, ardiente y duradera de las pasiones: era digna de ocupar un lugar entre los amantes inmortales a quienes la historia y la leyenda han consagrado sus páginas imperecederas.

De lo que no hacen misterio, de lo que se muestran francamente satisfechos, es de la ingénita lealtad que atribuye a los villaverdinos la leyenda de su viejo blasón.

Y nosotros, amigo Pardo, volvemos con esto al tema de la cascada. Y bien, ¿ha quedado V. convencido de la verdad que encierra aquel tema, ó es de los que creen que las filipinas no aman? Creo como V., y en prueba de ello, le ruego que me entregue el autógrafo de la leyenda que nos contó en la cascada.

¿Que no?... Pues vaya usted contando... Y comenzó a enumerar los componentes que suponía en el tío Frasquito la leyenda, acabando por poner en el catálogo la nalga de corcho.

La Naturaleza sentía también la atracción de su llamado generoso; vientos, aves y plantas parecían buscar como en el mito de Orfeo y en la leyenda de San Francisco de Asís , la amistad humana en aquel oasis de hospitalidad.

El movimiento estenocista ha servido para destruir esta épica leyenda. Los negros orientales, los legendarios negros del indomable Oriente, no han dado muestras, en esta ocasión al menos, de su decantado valor.

A me gusta ser muy claro en mi vida; he sabido siempre en casos semejantes lo que otros arriesgaban y lo que yo mismo ponía en riesgo. Por fortuna, ni de una ni de otra parte se exponía nada muy preciado. Me gustan las cosas que se deciden prontamente y en igual forma se desenlazan. La felicidad, la verdadera dicha, es en una leyenda.

No conozco la leyenda, solo que el producto del cocal se emplea en beneficio de la ermita, y que de cuando en cuando se extrae cantidad bastante de aceite para que una lámpara continuamente alumbre á la sublime madre del dolor. ¿Y nada más sabes? repliqué con creciente impaciencia.

Palabra del Dia

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