Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de julio de 2025
Lesperut nos dijo que no habiamos sufrido engaño alguno, puesto que aquello era una costumbre admitida en Paris. Aquel aviso significa que los comensales tienen tres platos diferentes, de los cuales pueden elegir el que más les guste. Lesperut se sonrió luego y añadió con extrema bondad: desde luego se ocurre que no habrá inventado esa costumbre ningun extranjero.
El buen Lesperut, el cariñoso y honrado Lesperut, abre los ojos con esfuerzo, procura dar vigor á su pupila, sonrie expansivamente, y nos ve y nos escucha con un regocijo que nos tiene encantados. ¡Con qué efusion recitaba las cartas que habia recibido de una Isabel, de quien conservaba recuerdos amorosos! ¡Con qué cordialidad hablaba tambien de una doña Gertrudis, ama de un abogado de Salamanca!
Cuando proyecté escribir estos apuntes, ofrecí al lector en mi conciencia no ocultarle nada de lo que yo pensase y sintiese. Estas insignificantes reflexiones pertenecen tambien á mis benévolos y queridos lectores. Yo creia hasta ahora que en la vejez no habia más que un período. El viejo Lesperut me ha enseñado que existen dos, y por señas que son bien diferentes.
Al despedirnos de Lesperut, le manifestamos que no podriamos vernos al dia siguiente, porque habiamos determinado ir á visitar la famosa fábrica de Sevres, pasando desde allí á Versalles, tanto para ver su gran palacio y sus magníficos museos, como para recibir algunas impresiones de una escuela célebre, muy célebre, muy justamente célebre: la escuela del pintor Vernet.
Si lo supiera M. Thiers, y fuera ahora ministro, apostaria una oreja á que me regalaba el gran cordon de la Legion de Honor, y veinte cordones que tuviera á mano. Dimos una vuelta por el paseo del Palacio Real, alargándonos hasta las Tullerías. Recorrimos la parte del Louvre en donde soliamos sentarnos con Lesperut, creyendo hallarle allí; pero no le vemos por ninguna parte.
Así pago, así paga un cafre de allende el Pirineo, el insulto cobarde de un novelista mal educado y aturdido. Almorzamos bastante bien en el establecimiento de caldo de la calle de Montesquieu, y á las seis y media de la tarde entrábamos en el restaurant de San Jacobo, calle del Rívoli, en donde ya nos esperaban el viejo Lesperut y su hijo Hipólito, teniéndonos reservados dos asientos en su mesa.
La persona á quien nos encontramos, el sujeto muy allegado al noble y bondadoso Lesperut, acaba de abusar de nuestra amistad y de nuestro cariño. Si el honrado viejo lo supiera, sufriria un disgusto de muerte; pero, de seguro, no lo sabrá. Mi atribulado y afligido bolsillo lleva otro asalto algo mayor que el de Vefour; algo mayor tambien que el otro asalto del inolvidable Champeaux.
Palabra del Dia
Otros Mirando