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Actualizado: 29 de junio de 2025


¿Porqué engreirte con la vana gloria de ver a tu Metrópoli vencida ciñéndote el laurel de la victoria? Aquí España cayó como el suicida a quien del goce lúbrico el veneno poco a poco arrancando fué la vida. No surgió un sólo ánimo sereno, que al presentir tu arrollador embate se lanzase a morir honrado y bueno. ¡; bien lo sabes !

Lope de Vega apostrofa de esta suerte, en su Laurel de Apolo, al capitán Virués: «¡Oh ingenio singular! en paz reposa, A quien las Musas cómicas debieron Los mejores principios que tuvieron; Celebradas tragedias escribistePoca importancia debe darse también al título de tragicomedia, que suele preceder á algunos dramas españoles.

El nogal entreteje su anchuroso ramaje con el caoba y el ébano; el cedro deja crecer a su lado el clásico laurel, que a su vez resguarda sobre su follaje el mirto consagrado a Venus, dejando todavía espacio para que alcen sus varas el nardo balsámico y la azucena de los campos.

Estaba asentada en la misma falda de una montaña no muy elevada, guarnecida por todos lados de huertas frondosas y bosques de laurel y naranjo. Su blanco caserío parecía colocado en tal sitio por una mano de artista amiga de combinar los recursos de la naturaleza para producir la emoción estética, como diría un revistero de teatros.

En la primera resultó D. Álvaro de Luna herido en una pierna..... y Maestre de Santiago. En la segunda, el honor de Castilla fué vulnerado por vencidos y vencedores, por los nobles y por el Rey, demostrándose así con el testimonio de la Historia, que cuando los reyes no representan las aspiraciones de sus pueblos, hasta el laurel se convierte en sus manos en fúnebre sauce.

Y por eso los nombres De redentores fuertes Alientan á los hombres, Y cuando caen inertes Las almas se electrizan, Y gratas divinizan Su nombre y su laurel. Vuestros restos divinos Son nítidas lumbreras, Que alumbran los caminos De edades venideras, Por donde ardientemente La juventud valiente Se lanza al porvenir,

RODABALLO. Si son pequeños estos pescados se sirven fritos y asados; siempre hay que lavarlos, limpiarlos y desbarbarlos con mucho cuidado; se les abre el dorso de la cabeza a la extremidad y se quita la espina sin estropear la carne; se colocan en un plato con sal, pimienta, perejil en rama, tomillo, laurel, aceite fino y jugo de limón; se da vuelta a menudo con este aderezo, y antes de ponerlos a cocer se dejan escurrir media hora.

La pólvora y la sangre siempre humea, De sol á sol su ejército aun pelea, Y uno á uno sus hijos caer; Pero ella mas heróica y mas constante Los envuelve en su manto rutilante Y les ciñe coronas de laurel.

CORZO. Después de limpio se asa y se pone en una olla con vino blanco, pimentón, pimienta, laurel y tomillo; cuando ha hervido bastante se agrega caldo y deja cocer hasta que esté en su punto. PIERNA DE CORZO AL HORNO. Se tiene unas horas en vino blanco, sal y ajo; luego se unta con manteca de cerdo y se pone al horno. Se sirve con jugo y ensalada.

Hasta cuando decía a su sirviente gallego: «¡Animal, esta mañana no me has lustrado los botines!», parecía decir más bien: «¡Oidme, emperatriz! La muerte y no el deshonor. Aunque herido en mis dos alas, águila seré siempre, nunca gusano...» Era pues del Laurel un verdadero poeta decadente y modernista, ¡pero muy poeta, muy decadente, muy modernista!

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