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Actualizado: 13 de mayo de 2025
En la sacristia está San Nicolás de Tolentino con varios grupos de ángeles, de escultura mediana, en un retablo antiguo. El pavimento de la Iglesia está embaldosado. La obra de este patio es moderna; las paredes exteriores de la galeria que forma su perímetro rectangular son de ladrillo sentado á cara vista, sus ventanas rectángulas de buena proporcion.
Ella, con palabritas cortadas y melindres, dió a entender que su corazón no era de cal y ladrillo; pero que como los hombres son tan pícaros y reveseros, había que dar largas y cobrar confianza, antes de aventurarse en un juego en que casi siempre todos los naipes se vuelven malillas.
Del callejón se salía al portal de la Antigua; hendidura estrecha y lóbrega de la muralla que bajaba por una rampa en zig-zag al camino real. La casa de Arcale era un caserón de piedra hasta el primer piso, y lo demás de ladrillo, que dejaba ver sus vigas cruzadas y ennegrecidas por la humedad.
Púsose Mauricia de un salto en el rincón frontero al corredor donde las madres estaban, y desde allí las miró con insolencia, sacando y estirando la lengua, y haciendo muecas y gestos indecentísimos. «¡Tiorras, so tiorras!» gritaba, e inclinándose con rápido movimiento, cogió del suelo piedras y pedazos de ladrillo, y empezó a dispararlos con tanto vigor como buena puntería.
Con estos antecedentes es de conjeturar que el de las carabelas en su viaje de descubrimiento era un cuerpo de ladrillo de forma cúbica con aristas de hierro, hornillas y tierra en el fondo, semejante á los que en Andalucía se llaman anafres. Como en las naos iba sobre cubierta, hacíasele un tambucho sin abrigo en forma de tienda.
A las inmediaciones del templete hay unos claustrillos de poca anchura, que tienen en la parte superior arcos de ladrillo, que se cruzan y forman la misma montea que los de las Iglesias. Se advierte en un cuarto, que se halla á la derecha, la continuacion de los arcos, y uno muy grande que está tapiado. Tambien ví una columna casi destruida por la humedad.
Por los arrecifes cruzaban por las tardes lujosas carrozas y los modestos asientos de ladrillo se veían siempre ocupados por un público aristocrático que lucía sus más preciadas y ricas galas.
El único que estaba junto á él era Lewis. ¡Vamos, príncipe! ¿qué es eso?... ¡Serenidad! Tal vez una buena copa de whisky... Toledo oyó un estertor angustioso, un jadeo de pecho oprimido. Respetuosamente apartó una de las manos del príncipe, dejando su rostro al descubierto. Ahora era de un tono de ladrillo, abrillantado por el sudor y las lágrimas. Lubimoff lloraba.
Pero al acercarse a ella y columbrar las famosas torrecillas de ladrillo, Cecilia comenzó a empalidecer, sintió el pecho oprimido y la vista turbada. Doña Paula, que advirtió su indisposición, ordenó al cochero dar la vuelta. ¡Pobre hija! la dijo besándola. ¿Ves cómo no puedes venir? Ya podré, mamá, ya podré respondió tapándose los ojos con una mano.
Al borde del estanque que está al pie del aparato, había tres mujeres, Fortunata, Felisa y doña Manolita, sentadas sobre el muro de ladrillo, gozando de la frescura del agua próxima. Aquel era el mejor sitio; pero no lo decían, porque el egoísmo les hacía considerar que si se enracimaban allí todas las mujeres, el escaso fresco del agua se repartiría más y tocarían a menos.
Palabra del Dia
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