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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Así contribuye el enrarecimiento del aire en las altas regiones á la belleza de las cimas, impidiendo á la suciedad de la atmósfera baja llegar hasta las cumbres, pero también obliga á los invisibles vapores salidos del mar y las llanuras á condensarse y á engancharse como nubes en las laderas de la montaña.

Vamos ahora por entre los dos rios Guadiato y Guadalbarbo bajando al Guadalquivir, y al pasar por encima de Trassierra consagremos una mirada de interés á las misteriosas ruinas que al pié de sus escabrosas laderas nos hablan de una antigua poblacion cuyo nombre se sepultó ya en el mar de hielo del olvido.

Acompañábala un siniestro rebramar, y una luz tétrica que apenas me dejó ver el estrago de su choque contra el obstáculo inconmovible de los montes, sobre los cuales se deshizo en negros y deshilados jirones. ¿Qué sería de los infelices errantes por sus cumbres y laderas?...

A derecha é izquierda los ojos no descubren sino cerros desnudos y tristes, contrafuertes formidables de la Sierra, destrozados, revueltos, tajados en sus inmensas moles graníticas, ó multiplicándose en laberintos de rígidas colinas y laderas.

Por un postigo salieron de la huerta y entraron en el bosque de corpulentas encinas y robles retorcidos y ásperos. Ocupaba el bosque las laderas de una loma y el altozano, que era lo más espeso.

Antes de servir la comida puso sobre la mesa, á guisa de aperitivo, una botella ventruda de vino del país, un néctar de las laderas del Vesubio, con un lejano sabor de azufre. Freya tenía sed y le inspiraba recelo el agua de esta trattoria.

Las suaves laderas, tapizadas de viñas, bajaban hasta el Allier, que culebreaba a lo lejos como enorme sierpe azul.

Vevey, rodeada de ondulosas colinas y lindas laderas, y en cuyas cercanías son numerosos los bellos puntos de vista y agradables paseos, ofrece uno de los mas encantadores panoramas que se pueden imaginar, sobre todo si se la contempla desde la terraza ó la encumbrada torre de San-Quintin, monumento gótico de estilo muy sencillo y severo.

Armados de un sable corvo que llevaban sostenido entre los dientes, iban trepando por las laderas del cráneo, agarrándose á los haces de cabellos como si fuesen los matorrales de una montaña. Luego, apoyándose solamente en una mano y blandiendo la cimitarra con la otra, daban golpes á diestro y siniestro en la espesa vegetación.

Más abajo, rápidas pendientes, rebordes de rocas y estribaciones cubiertas de bosques ocultan en gran parte las laderas de la montaña; pero el conjunto parece tanto más alto y sublime cuanto que la mirada abarca solamente una parte, como una estatua cuyo pedestal estuviera oculto; resplandece en mitad del cielo, en la región de las nubes, entre la luz pura.

Palabra del Dia

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