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Actualizado: 16 de julio de 2025


Pensamiento sublime encerrado en dos versos, que en su laconismo expresan y revelan todo un mundo de pasión el primero, todo un infierno no descrito tras el terrible lasciate del Dante, el segundo. ¡Qué negra será la existencia de la madre que ahoga al hijo de sus entrañas!

Con el estudio de estos hermosos detalles, acabé de comprender lo que no comprendí a la simple lectura de la «Memoria», en cuyo intencionado laconismo, por lo tocante a la obra benéfica del patriarca, vi entonces otro rasgo de su exquisita delicadeza en sus relaciones conmigo.

«¿No está D. Juanle preguntó la Sanguijuelera extrañando no ver allí al dueño del establecimiento. El huso vivo movió bruscamente la cabeza para decir que no, sin dignarse expresarlo de otro modo. «¿Pero dónde está mi hermanopreguntó Isidora con angustia. La anciana señaló a lo obscuro, diciendo con aterrador laconismo: «En la rueda».

El rostro impasible de Primitivo no revelaba rencor ni enojo. Con su laconismo y seriedad habituales, hablaba del tiempo desapacible y metido en agua, que casi no había consentido majar, ni segar el maíz, ni vendimiar como Dios manda, ni cumplir en paz ninguna de las grandes faenas agrícolas.

Al verle, me latió el corazón, como late el de los grandes capitanes la víspera de una batalla. Veamos, hija mía me dijo así que hubo corregido los deberes y esbozado una mueca al notar su laconismo, pasemos a Francisco I y examinémosle bajo todas sus faces.

Interrogado tan directamente el Comendador, tuvo al cabo que romper el silencio; pero respondió con laconismo: Mala es, en verdad, la situación; pero, ¿quién sabe? Todo tiene remedio menos la muerte.

¿Está usted seguro le dije siguiendo mi sistema de interrupciones y preguntas, para obtener más de lo que espontáneamente me ofrecía su agradable laconismo , de haber puesto de su parte todo el esfuerzo que requería la empresa? ¡Segurísimo! me respondió sin vacilar; y añadió sonriéndose: Puedo jurarle a usted que en ese linaje de estudios aproveché bien el tiempo.

»Ya me sonreía el ser feliz; ¿cómo resistir a serlo demasiado? »La otra, con su laconismo, acabó lo que la primera había empezado: »No hay nada tan hermoso ni tan bueno como el celibato. »Menandro y Horacio son los únicos culpables... Sólo a ellos, señora, debe usted dirigir sus reproches... si los hay. »Reciba usted, apreciable persona seria, el homenaje de todo mi respeto.

Palabra del Dia

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