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Actualizado: 3 de junio de 2025


¡Muera don Justo! le grité yo, y, sirviéndome del proyectil recíproco, que era una pelota de goma, envié la primera descarga al campo enemigo, consiguiendo derrumbar toda una hilera de la tropa de Alejandro. ¡Allá va! me contestó Alejandro; y la pelota entró por mi campo, llevándose el primero por delante a mi invicto general.

Porque el ocio, esa gran pesadumbre de los grandes, que en vez de lágrimas tiene bostezos, había despertado en el ilustre prócer y guerrero invicto la afición a la fotografía, no encontrando en él la aptitud necesaria para el cultivo de otras artes más elevadas.

Si Filipinas tuviera una verdadera historia, se vería hasta qué punto fueron los frailes españoles en las memorables jornadas en que el invicto Simón de Anda dejó la toga por el talabardo, oponiendo la fuerza á la fuerza, la espada á la dominación, la argucia á la mayoría y el heroismo á la desigual lucha.

Pablito caminaba serio, atento también a regir el brioso cuadrúpedo. De vez en cuando, no obstante, se dignaba sonreir ligerísimamente. Y este esbozo de sonrisa animaba tanto a las muchachas, que arremetían con más brío y gracia contra su compañero fidelísimo, el invicto Piscis. A la media legua próximamente, había un gran prado llano y hermoso que la carretera partía por el medio.

Yo proclamo mi sangre filipina, Y tengo la altivez del viejo roble. He heredado mi roja rebeldía De un valiente sultán invicto moro. Es mi sola heredad, y a fe mía, Yo la guardo como único tesoro... Alma presa de dolencia, Nunca encontrarás clemencia Si no te acudes a : Yo tu tristeza sentí, Alma presa de dolencia. Rosa de melancolía, Toda pasión y dulzura, ¿Quien te dará su alegría?

Oyendo lo cual, la Dolorida dueña hizo señal de querer arrojarse a los pies de don Quijote, y aun se arrojó, y, pugnando por abrazárselos, decía: -Ante estos pies y piernas me arrojo, ¡oh caballero invicto!, por ser los que son basas y colunas de la andante caballería; estos pies quiero besar, de cuyos pasos pende y cuelga todo el remedio de mi desgracia, ¡oh valeroso andante, cuyas verdaderas fazañas dejan atrás y escurecen las fabulosas de los Amadises, Esplandianes y Belianises!

Pero, porque te dolor y espante, Mi historia triste referirte quiero; Que por ventura, porque más te obligue, Sabrás qué es amor. NARV. Di. ABIND. Escucha. NARV. Prosigue. ABIND. Famoso Alcaide de Alora, Invicto y fuerte Narváez, A quien por tantas hazañas Pudieran llamar el grande: Sabrás, capitán, que a Me llaman Abindarráez, A diferencia del viejo, Que era hermano de mi padre.

Entonces calificamos de invicto al general que nos entusiasma; de más elocuente que Cicerón y Demóstenes a nuestro orador favorito; y al autor de la comedia o del drama que hemos aplaudido de mucho más sublime que Shakespeare, cuyas obras por lo común hemos tenido la precaución de no leer.

Está escrito en francés, con muy primorosa letra por cierto, y traducido dice así: "Al muy alto y muy poderoso Barón León de Morel, de su fiel amigo Claudio Latour, Capitán de la Guardia Blanca, castellano de Biscar, señor de Altamonte y vasallo del invicto Gastón, Conde de Foix, señor de alta y baja justicia." ¿Qué tal? dijo el arquero recobrando el precioso documento. Vales mucho, chiquillo.

Palabra del Dia

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