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Actualizado: 18 de noviembre de 2025
Rita, sintiendo aquellos pasos violentos que desde hacía días retumbaban en los aposentos callados con isócrono rumor de máquina, movía la cabeza y suspiraba, mientras colocaba en una maleta camisas y calcetines y prendas interiores de abrigo.
Sin embargo, lo que con más frecuencia se veía á la entrada del edificio, si era en verano, ó en las habitaciones interiores, si era en invierno, ó reinaba mal tiempo, era una hilera de venerables figuras sentadas en sillones del tiempo antiguo cuyas patas posteriores estaban reclinadas contra la pared.
Germana asistía desde su cama a los combates interiores que sostenía la duquesa. A fuerza de sufrir juntas, la madre y la hija habían llegado a entenderse sin decir nada y a no tener más que un alma para las dos. Un día, la enferma declaró rotundamente que no abandonaría Francia. ¿Es que no estoy bien aquí? decía . ¿Qué necesidad hay de agitar al viento una antorcha que se extingue?
Voy a libertar a Vd. de mi presencia odiosa. Adiós para siempre. Dicho esto, Pepita se levantó de su asiento, y sin volver la cara inundada de lágrimas, fuera de sí, con precipitados pasos se lanzó hacia la puerta que daba a las habitaciones interiores. D. Luis sintió una invencible ternura, una piedad funesta. Tuvo miedo de que Pepita muriese.
Se adivinaban debajo de ella los relieves y el calor perfumado de la carne, sin velos interiores. Miguel miró su smoking y su brillante pechera como si hubiese cometido una falta.
Arrancadas las grandes hojas, daba hachazos en el tronco caído, dividiéndolo en pedazos de dos palmos de largo; pero a costa de grandes esfuerzos, porque la corteza, aunque no gruesa, era durísima. Al fin logró dividir el tronco en ocho trozos. Ahora, la maza dijo el piloto, enjugándose el sudor de la frente . Hay que romper las raíces interiores.
En interrumpiendo la meditacion, y aun si bien se observa, mientras ella dura, se halla tan cierto como el mas rústico, de sus actos interiores, de la existencia del cuerpo propio, de los demás que rodean el suyo, y de mil otras cosas que constituyen el caudal de conocimiento necesario para los usos de la vida.
Rufino entregó a Lorenzo algunas cosas diciéndole: Esto le manda la señora, niño, y esta carta y dirigiéndose a Melchor agregó: Estas cosas le mandan de su casa, don Melchor, y estas cartas que me dieron y a más... espérese, don Melchor, aquí le traigo... pero, ¿dónde lo he puesto? repetía buscando en los bolsillos interiores afanosamente, ¡ah!... aquí está... esto que le mandaba la niña Clota...
El primer punto de partida para dar un paso en nuestros conocimientos, es esta presencia íntima de nuestros actos interiores, prescindiendo de las cuestiones que suscitarse puedan sobre la naturaleza de ellos.
Era Gallardo, que salía con precipitación de su cuarto, sin más que unos pantalones y un chaquetón, puestos a toda prisa sobre sus ropas interiores. Pasó corriendo ante el banderillero, con la ciega vehemencia de su carácter impulsivo, y se echó escalera abajo, más bien que descendió, seguido del Nacional. En la entrada del cortijo desmontábase el jinete.
Palabra del Dia
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