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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Yo creo que tú eres un modelo; para mí, al menos, lo eres; quizá para otra no lo fueras, a pesar de tu bondad ingénita y de todas las condiciones morales con que prendaste mi corazón. Pero los gustos no son iguales y hasta se dan muchos casos de aberración en el gusto, gustando lo peor. Hay hombres de cualidades detestables que son muy amados por mujeres inteligentes.
Tía Carmen, sentada en su sillón y muy aliviada de sus males, nos contempla y sonríe; tía Pepilla parece una abuela bondadosa y tierna; tu papá charla y se goza en nuestra dicha, y mientras tú y yo estamos en el comedor y preparamos una sorpresa al santo sacerdote, poniendo entre los pliegues de su servilleta los retratos de la gente menuda, allá, en el fondo del jardín... dos chiquitines inteligentes y guapos, muy vestidos de gala, una niña que se parece a tí, y un rapazuelo que se parece a mí corren en pos de un aro tintinante.
Además dijo la señora d'Ornay, joven casada hacía pocos meses, me imagino que usted no ha leído todo lo de Platel: escribe poco para las señoritas. Diana no habla sino por lo que se dice respondió María Teresa; sus críticas se refieren a los juicios de los inteligentes y en tales asuntos las opiniones son diversas.
Y aunque esto no se acostumbra en la Metrópoli, debe practicarse en las colonias, por cuanto hay que buscar el verdadero prestigio por medio de las dotes morales, porque los colonizadores deben ser ó parecer, cuando menos, justos, inteligentes é íntegros, como el hombre aparenta virtudes cuando está en contacto con personas extrañas.
Se puede tener una personalidad bien caracterizada sin caer en el horrible defecto que usted señala. He dicho «acaso» y no «ciertamente...» Hay en esto un escollo, un gran escollo. Muchas jóvenes añadió con tristeza más acentuada, mirándome con fijeza; muchas jóvenes de las mejores y de las más inteligentes, no sienten ya la necesidad de apoyarse en el brazo de un marido...
Herrera comenzó de joven á llamar la atención de las personas inteligentes de Sevilla con sus lienzos, y se dice que los primeros que presentó al público fueron los cuatro que figuran en el altar mayor de la iglesia de San Martín, representando pasajes de la vida de este santo.
Al verse en alta mar, sus proas, como hocicos inteligentes, husmeaban el horizonte, adivinando el sendero a través del infinito.
Después de su trabajo en cualquier plaza de provincias, volvía al hotel seguido de su cuadrilla, pues todos vivían juntos. Sentábase sudoroso, con la grata fatiga del triunfo, sin quitarse el traje de luces, y acudían los «inteligentes» de la localidad a felicitarle. Había estado «colosal». Era el primer torero del mundo. ¡Aquella estocada del cuarto toro!...
Los países muy elevados sobre el nivel del mar, se ha demostrado que son los menos inteligentes apuntó don Rufo, respirando por su manía fisiológica. El Duque volvió la cabeza para mirarle y siguió como si no hubiese oído: Luego el admirable brillo del sol que hace más crudo el contraste entre la luz y la sombra y añade la oposición de las masas a la decisión de las líneas.
Su inalterable alegría era contagiosa; yo corría y jugaba con ella como un chiquillo. ¡Hermoso tiempo en efecto! Todo eso ha pasado, concluido... Jaime se mordió los labios para no reír; observó que el sentimiento exaltado convierte a los más inteligentes en seres ingenuos como niños. Mi buen Juan, todo el mal proviene de que hemos crecido.
Palabra del Dia
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