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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Volvió á levantar la cabeza para sonreir melancólicamente mirando al español. Tal vez mi felicidad hubiese sido encontrar un compañero como usted: animoso, enérgico, capaz de domar á la fortuna rebelde... Y á usted, para ser un verdadero triunfador, le ha faltado una mujer que le inspirase entusiasmo. Robledo sonrió á su vez con aire bonachón. Ya es tarde para hablar de esas cosas...

Como si les inspirase vida real y verdadera, hace pasar delante de nuestros ojos la existencia completa de ciertas épocas, sus pasiones, deseos y relaciones distintas, y las clases variadas que constituyen á la nobleza y al pueblo.

La hembra caprichosa de las noches venecianas, la infiel compañera de Musset, era la misma enfermera que guisaba la cena y preparaba las tisanas al moribundo Chopin en la soledad de Valldemosa... ¡Si él hubiese conocido una mujer así, una mujer que llevase dentro mil mujeres, toda la infinita variedad femenil de dulzuras y crueldades!... ¡Ser amado por una hembra superior, a la que pudiera imponer el ascendiente varonil y que al mismo tiempo le inspirase respeto por su grandeza intelectual!...

Un nuevo interlocutor tomó parte en sus conversaciones. Desnoyers conoció al vecino ruso, del que le hablaba Argensola. También este personaje raro había tratado á su hijo, y esto bastó para que Tchernoff le inspirase gran interés. En tiempo normal, lo habría mantenido á distancia. El millonario era partidario del orden.

Más probable es que el autor de Don Juan Tenorio se inspirase para su hermosa leyenda, en este caso, que en los sucesos narrados en la Cántiga LXI de D. Alfonso y los Castigos y documentos del rey D. Sancho que cita el Sr. Picón como orígenes de A buen juez, mejor testigo. En el archivo municipal de Sevilla existe una relación del suceso que no deja de ser curiosa.

Las haciendas se alzaban perezosamente, entumecidas por el reposo de la noche y el terneraje lanzaba en tonos quejumbrosos gritos que parecían lamentos de agonizante, mientras al paso del break huían las vaquillonas y los pequeños novillos, haciendo cabriolas que tenían todo el dengue de mohines de burla, como si se los inspirase aquel grupo de viajeros que en procura de salud moral marchaban aceleradamente hacia regiones de inacabables melancolías.

Un forastero a aquellas horas, que eran las de los familiares de la iglesia, excitaba su curiosidad. El campanero se cruzó varias veces con él, siguiéndole con mirada inquieta, como si le inspirase poca confianza aquel desconocido de mísero aspecto vagando a la hora en que las riquezas de las capillas no pueden ser vigiladas. Otro hombre tropezó con él cerca del altar mayor. Luna lo conoció.

Palabra del Dia

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