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Mal puede ser otra cosa, cuando casi todos los grandes señores de Inglaterra y Gascuña están aposentados detrás de esos muros y el que más y el que menos quiere que el clarín á su servicio se oiga tanto y tan frecuentemente como el de su vecino. Á fe mía que me recuerdan un campamento escocés por la zambra que arman éstos con sus gaitas.

Un gran cambio parecía haberse efectuado en este hombre silencioso durante sus viajes por Europa. El antiguo soldado de la monarquía absoluta admiraba ahora á Inglaterra y su historia constitucional. Las cosas se ven de otro modo corriendo el mundo se limitaba á decir . ¡Si todos los de mi país hubiesen viajado!... Un día se presentó en el palacio el nuevo maestro.

Bajo la enseñanza religiosa, la Francia monárquica llegó a ser más republicana y más librepensadora que la Inglaterra liberal, cuyo Parlamento votaba, en 1840, 30.000 libras para escuelas y 70.000 para las caballerizas del rey.

¡Francés! exclamó Don Pedro de Castilla. ¿Qué os induce á creerlo si no lleva blasón ni divisa que lo acredite? Me basta mirar la forma de su armadura, señor, más redondeada en el codo y las hombreras que cuantas proceden de Inglaterra ó de España.

Cayó entonces sobre el viajero un chaparrón de preguntas, no relativas a su estancia en Inglaterra, sino todas ellas referentes al viaje por mar. «¿Qué tal el viento? de bolina siempre, ¿verdad?... ¿No se os cayó alguna vez? El barco no cabecearía mucho; viene bien cargado... ¿Y las corrientes?

Reconocí también que hacía mucho tiempo que el amor, si es que existió alguna vez, había desaparecido entre ellos, y que la única idea que dominaba en el pensamiento de ese hombre, era sacar provecho de su unión con ella, abusar y explotarla vilmente, como tantas mujeres ricas y de elevada posición son en este mismo momento víctimas de iguales infortunios en Inglaterra.

Al día siguiente, carrta de Fuente Obejuna, provincia de Córrdoba, y lo mismo... En fin, hijo, desde entonces todos los días, sin faltarr ninguno, una carrtita de letra diverrsa, de parrte distinta, las más rremotas en todas las partes del globo, de Francia, de Inglaterra, de Alcorrcón, de Alemania, de Chinchilla, de Calcuta. ¡Ya ves!

Si allá á Inglaterra yo camino, Habrálo de pagar esta garganta: Pues ¿ puedo tomar otro camino? Que tierra, mar y cielo ya me espanta: Porque no vienes muerte cruda ingrata, Si darme quieres vida, aquí me mata."

No está bien que se declare aquí el verdadero nombre de este inglesito. Para designarle le daré un nombre cualquiera. El apellido Maury es muy común. Hay Maurys en Francia, Inglaterra y España. Supongamos, pues, que nuestro inglesito se llamaba Juan Maury.

Por último, habiendo caído en sus manos un libro sobre la fabricación de la cerveza, entregóse con ahinco a su estudio, pidió a Inglaterra otros varios y comenzó a imaginar que acaso en Sarrió se obtendría un resultado feliz y pingües beneficios con esta industria desconocida. Se le ocurrió montar una fábrica.