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Actualizado: 7 de junio de 2025
Tan triste se puso un día pensando en estas cosas y tan al vivo se le representaban la próxima perdición de su querido hijo y las redes en que inexperto caía, que salió de su casa resuelta a implorar la misericordia divina del modo más solemne, conforme a sus grandes medios de fortuna.
Es verdad; y yo lo quería: me lo encontré a mi entrada en el mundo; teníamos nuestros amores en una misma casa, y yo tuve la torpeza de creer simpatía lo que era comunidad de intereses. Le hice todo el bien que pude, ¡inexperto de mí! Pero de allí a poco puso los ojos en mi bella, me perdió en su opinión, y nos hizo reñir: él no logró nada; pero desbarató mi felicidad.
La práctica de poner tierra por cama del combustible, que era leña, duró mucho tiempo, manteniendo en los buques de guerra una frase que han oído muchos de los que viven. Cuando algún marinero inexperto cantaba desde el tope ¡tierra! engañado por el celaje, contestábanle desde abajo ¡la del fogón!
Y al decirlo, miraba al recién llegado al través de sus erizadas y salvajinas cejas, como el veterano al inexperto recluta, sintiendo allá en su interior profundo desdén hacia el curita barbilindo, con cara de niña, donde sólo era sacerdotal la severidad del rubio entrecejo y la compostura ascética de las facciones. ¿Y usted se llama Julián Álvarez? interrogó el marqués.
Se pensará, señor don Jeromo, se pensará dijo don Celso cortando aquel diálogo, con el cual se iba amoscando algo el inexperto don Simón, y con el fin de no desahuciar por completo al tabernero. Pues aquí estoy siempre a sus órdenes concluyó éste , con la condición que he dicho. Si conviene, bueno; y si no, tan amigos como siempre.
Mis primeros meses de riqueza los pasé amando, amando con el sincero apasionamiento de un inexperto.
Allí todo está destinado á fascinar y aturdir al hombre inexperto y ansioso de impresiones nuevas; á hacer de la vida un torbellino de placeres efímeros y artificiales, una pesadilla de suntuosas miserias, en que la vanidad y la codicia, disfrazadas con las apariencias del vicio elegante, hacen los principales papeles. ¡Ay del que caiga en la tentacion y no sepa resistir á los impulsos de la vanidad ó del espíritu de imitacion!
Confieso que en aquellos momentos me faltó el valor. ¿Qué haría el inexperto escolar, apenas salido del colegio, convertido en jefe de familia? Respondía de su diligencia, de su abnegación; pero no fiaba en sus aptitudes. Le alentaba saber que en Villaverde todos le conocían; que allí, de tiempo atrás, todos los suyos merecieron consideraciones de los más conspicuos villaverdinos.
En efecto, la costumbre en cuestion no es ni puede ser otra cosa que una añagaza, inventada por el cálculo nacional para alucinar al hombre no conocedor del país. Yo no puedo suponerme tan inexperto, que vaya á presumir que sólo yo he sido víctima de aquella argucia. ¡Cuántas aves de paso habrán caido en las mismas redes!
Y aquel infame Belarmino, sabía Dios merced a qué socaliñas y malas artes, le hurtaba, sin dejar una migaja siquiera, el aplauso y atención que a él en justicia se le debían, puesto que Belarmino era insensato charlatán y prevaricador de la lezna y el cerote, en tanto él, Apolonio, por don natural, componía los más primorosos artificios, así zapateriles como poéticos. «No hay justicia, ni sentido, ni plan en el mundo» pensaba Apolonio . «Bien lo presumía yo, aunque todavía inexperto, cuando escribí mi Cerco de Orduña o Señor de Oña.»
Palabra del Dia
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