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Actualizado: 20 de julio de 2025
Estos religiosos fueron elegidos y nombrados conforme se encontraron; los más eran muy mozos, y sin prudencia ni conocimiento. Los indios, acostumbrados a obedecer solamente a sus curas, miraban al principio con indiferencia cuanto los administradores les dictaban, de modo que nada se hacía sin consultarlo primero al padre.
Preguntéles donde estaba el José Antonio, y qué familia tenia: y me dijo, "ya lo has pasado, pues está dentro, en unas lagunas, y tiene mas de 200 indios". Regaléles cuchillos, ropa, tabaco y otras cosas: diéronme unos zapallos, y me despedí de ellos.
Ya anochecido, pasò de la banda del N un indio Mataguayo: convidéle á cenar conmigo, y despues de haber cenado bien, se despidió con señales de amigo, y á la media noche vino por el agua con otros cinco indios, y nos hurtaron la caldera de calentar agua, un plato de estaño y otras cosas.
A este efecto organizó una expedición que se componía de cuatro compañías de soldados españoles, tres de marinería y cerca de 2.000 indios de Pampanga y Visayas.
Habiendo caminado las balsas cuarenta leguas, descubrieron á lo lejos algunas canoas de indios Payaguás, que se creyó eran espías de esta nación. Deseamos hablarles y dárnosles á conocer para quitarles todo miedo y sospecha y exhortarles á que ya de una vez ajustasen paces con los españoles y quisiesen hacerse cristianos.
Esta misma tarde se dió órden al cacique Caullamantú, para que saliese con 15 indios á esplorar la campaña y nos esperase en el Rio Quequen. Se congetura marchamos este dia de 15 á 16 leguas. Dia 10.
Estos indios son los verdaderos Césares; que los que vulgarmente llaman así, no son sino españoles, que anduvieron perdidos en aquella costa, y que habitan junto al rio que sale del valle, en las inmediaciones de los indios Césares; y por la cercania que tienen á esta nacion, les dan vulgarmente el mismo nombre, no porque en la realidad lo sean.
Luego surgía el grito de guerra: «¡Sus, á los indios!» Estaba convenido que los indios debían huir: para eso iban envueltos modestamente en un trozo de tapiz y llevaban en la cabeza plumas de gallo. Pero huían traidoramente, y al verse sobre vargueños, mesas y pirámides de sillas, empezaban á disparar volúmenes contra sus perseguidores.
Sobre sus brazos, como una paloma blanca yerta de frío, trasladó al pobre Pascualet á la caja, á aquel altar levantado en medio de la barraca, ante el cual iba á pasar toda la huerta atraída por la curiosidad. Aún no estaba todo; faltaba lo mejor: la guirnalda, un bonete de flores blancas con colgantes que pendían sobre las orejas; un adorno de salvaje, igual á los de los indios de teatro.
A poco rato de haber llegado este oficial, divisamos un grande fuego que los indios enemigos hicieron, que naturalmente fué hecho para que en caso que los siguiesemos no pudiesemos dar con sus huellas: pero atendiendo á que estabamos enteramente sin bastimento alguno, nos vimos precisados á retroceder, y solo dimos lugar á que los indios amigos acabasen de pasar á esta banda, y á estas mismas horas, que serian como las cinco de la tarde, se dio orden para marchar.
Palabra del Dia
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