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Actualizado: 20 de julio de 2025


Señor Virey, D. Manuel de Amat, Capitan General entonces de este reyno de Chile, se emprendió aquella famosa salida para los llanos, que fué terror de los indios, de cierto, por varios de estos que me lo aseguraron, fué público en esta plaza, que estando disponiendose los nuestros para ella, llegó la noticia á aquellos españoles, con la que ordenaron salir á encontrarse con nosotros, no con que fin.

Siendo informado el P. Visitador del estraño encuentro de los de la Reducción de San Joseph, ordenó que cien indios del mismo pueblo, pertrechados de armas, volviesen, no para castigar la crueldad de aquellos malvados, sino para traer los huesos de los muertos para darles honrosa sepultura y que con buenos modos, aunque siempre con las armas en la mano, les certificasen sinceramente del fin porque iban á su pueblo y del amor que, aun después de cometida aquella bárbara atrocidad, les tenían.

Aquí salió al lado del S una indiada, de unos 80 indios Mocobíes del cacique Almelcoy: paramos anochecido al lado del N. La sonda, de tres varas lo menos: anduvimos este dia 18 leguas: todo es campo este dia, cejas de monte, y solo sigue á uno y otro márgen el monte como unas 5 leguas.

Las yerbas medicinales que se encuentran son muchas; los indios las usan en sus enfermedades, dándoles nombres propios en su idioma, pero el beneficio de su conocimiento no se podrá lograr con utilidad entretanto no se destine un inteligente que descubra sus virtudes y determine sus usos.

El viage deberia hacerse por Setiembre, porque de aquí hasta el rio del Sauce, por el verano, suele haber falta de agua, y aun de pastos. Desde ahí hasta el Estrecho, dicen les indios que en todas partes hay agua y pastos.

Pero, preguntado si cerca de su tierra está la de los indios que llaman Césares; respondió, que estaban cerca de allí; pero mas cerca de Buenos Aires.

¡Ea, basta de quejas, puñales, porque si no me pondré á llorar! gritó alegremente el P. Camorra. Nosotros no nos quejamos y no tenemos ni haciendas, ni bancos. ¡Y sepan que mis indios empiezan á regatear los derechos y me andan con tarifas!

Tales indios no parecieron aquella noche, y averiguada la verdad, muchos dias despues se supo no pensaron en venir por entonces, y que solo habia sido ardid para aumentar el temor y la confusion.

Siguiólos el general con 150 arcabuceros y 2,500 indios á gran prisa, por tres dias y dos noches, sin parar mas de á comer, y á descansar cuatro ó cinco horas de noche.

Dia 23. Estando la gente formada para marchar, dió órden el Comandante al Sargento Mayor, D. Pascual Martinez, que siguiese la marcha, y luego que se traslomase á distancia de media legua, hiciese alto: y quedándose el dicho Comandante con 12 hombres, el cacique Lepin y Lincon, habièndoles dado la órden á estos de lo que habian de egecutar, viendo ya que era hora, sacando un pañuelo blanco del bolsillo, que era la seña, acometieron á dichos indios y los mataron. Y llegando el Comandante con los dichos 12 hombres, donde lo esperaba la armada, mandó juntar á todos los demas caciques, manifest

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