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Actualizado: 11 de mayo de 2025


¡Eh! ¿qué tal? ¿se te ha pasado ya el susto, mujercita mía? dijo Montiño, en quien la debilidad era un defecto incurable.

En sueños, el avaro es generoso, y tal vez quien despierto no se desprende de un maravedí, para socorrer a un pordiosero, es capaz soñando de prodigar todas las riquezas de los Cresos y de los Fúcares. El cobarde puede soñar que es valiente. Hasta por lo mismo que despierto le humilla y le atormenta su incurable cobardía, en sueños se consuela creando y atribuyéndose el denuedo de que carece.

Eso es imposible. ¡Verle!, ¿y para qué?... Mal, muy mal está el pobre Rufete afirmó el Director, moviendo la cabeza . Llénese usted de paciencia, porque, verdaderamente, si esta enfermedad es incurable, si no cesa de atormentarse el que la padece, mejor es que se vaya a descansar... Yo, lo digo con franqueza, si tuviera alguna persona de mi familia en ese estado, desearía...».

Como había visto muchas tierras y estudiado muchos libros, sabía un poco de todo cuanto había que saber, y daba remedios, y aun los vendía, al «desbarate», por supuesto, para toda casta de enfermedades... y de contratiempos, porque, en su opinión, nada existía verdaderamente incurable, sabiendo buscar a las cosas su motivo, como lo sabía él, por haber estudiado muchos libros y haber corrido muchas tierras.

Esta fué la sanidad que milagrosamente dió la madre de Dios á Zumacaze, sobrino del cacique, que abrasado por muchas semanas continuas de una maligna fiebre, se le habían secado las carnes y consumido las fuerzas, de suerte que, como incurable, le habían, á su usanza, dejado en un total desamparo.

Faltando como faltaban las pruebas materiales, no era posible formarse una opinión sino sobre meras inducciones, y entre la afirmación de Vérod, de que la Condesa no había podido darse la muerte cuando la luz de un nuevo afecto iluminaba su tenebrosa vida, y la sospecha contraria, de que la misma imposibilidad de obedecer a este sentimiento la hubiese revelado la incurable desdicha de su propia existencia ¿cuál de las dos merecía más crédito?

¡Ay señor! -dijo la sobrina-, bien los puede vuestra merced mandar quemar, como a los demás, porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos, se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo; y, lo que sería peor, hacerse poeta; que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza.

Pablo esperaba, conforme a lo asegurado por el médico, que el malestar de su mujer cesaría, una vez libre de su cuidado; pero no sucedió así: si el niño trajo la alegría a la casa, no devolvió la salud a la madre. Los meses pasaron y la enfermedad fué acentuándose, con caracteres tales, que se cayó por fin en la cuenta de que era una tisis incurable.

¡La tisis, es incurable! Ante ella, la ciencia es impotente. El nombre no puede parar las funciones del organismo. El pulmón obedece al corazón. Para curar al primero, era preciso dejara de latir el segundo. No hay ningún engranaje que se componga funcionando la máquina. Y la humana máquina obedece como las obras del Divino Artífice á inmutables leyes.

Apenas si esa cifra hubiera sido suficiente para los gastos de Lea y para los míos si una prudente economía hubiera reglado las necesidades corrientes; pero el desorden de Lea era incurable y yo no era tampoco muy previsor. Ello fué que al cabo de unos meses me encontré en los más graves apuros. ¿Para qué recordaros los detalles de aquella triste época? Los conocéis tanto como yo.

Palabra del Dia

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