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Actualizado: 31 de mayo de 2025
8 Los que guardan las vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. 9 Mas yo [alabándote] con voz de confesión te sacrificaré; Pagaré lo que prometí. Al SE
Sus accionistas le acusaban de estafa, y el juez se proponía registrar al día siguienta su contabilidad, lo que hacía esperar á muchos una prisión inmediata del banquero. El colonizador leyó por dos veces el final del artículo: «La muerte de esta hombre deja visible el engaño en que vivían los que le confiaron su dinero. Sus empresas mineras é industriales en Asia y en África son casi ilusorias.
Si se hubiera atenido á cuidar de la representación externa de los dramas, imitando en lo posible la verdad; acomodar el traje al carácter de los papeles que se desempeñaban, y hacer á las decoraciones más ilusorias, el arte habría ganado sin duda; pero no se limitó á esto sencillamente: disfrutó con la ostentación y el lujo del aparato escénico, y con los efectos teatrales deslumbradores, é impulsó á los poetas, á quienes pagaba, ó que deseaban complacerlo, á seguir la misma tendencia, y á componer comedias semejantes á óperas, y calculadas para dar lustre á los espectáculos que se representaban.
La realidad había partido la diferencia entre estas dos sumas ilusorias, y por fin el economista vino a consolarse con razonamientos de la escuela de Don Hermógenes, diciendo que si ocho mil reales eran mucho dinero en comparación de cuatro, eran poca cosa relativamente a diez y seis... Un razonar más suyo que de Don Hermógenes dominaba el tumulto de ideas aritméticas que en aquel momento hervía en su cerebro; y era que Golfín, por ser el enfermo recomendado de la Reina, no debía haberle llevado nada...
La miseria cunde por todas partes, y el ánimo se abate al considerar nuestra situación. Nos es imposible aspirar á nobles fines, porque en la vida moderna nada puede lograrse; todas las mejoras materiales y morales son ilusorias cuando el Estado se halla próximo á una vergonzosa ruina. ¡Ah! Es preciso llamar sobre esto la atención del país. El Tesoro público está exhausto.
Como los creyentes en la fatalidad de la suerte del viernes o del trece, los creyentes en las supersticiones católicas están aclimatados desde la infancia a la fe en los fetiches y a su régimen de terrores y esperanzas ilusorias, y perfectamente avenidos a las infelicidades y explotaciones conexas, por su profunda convicción de hacerse infinitamente más infelices si las dejasen; aclimatados a la perspectiva del fuego eterno, como a los fríos glaciales el groenlandés que sufre en las regiones templadas la nostalgia de sus nieves perpetuas.
Pero tú, entraña mía, vas amando a deshora, y sueñas... sueñas que esas bocas risueñas tienen piedad de tu melancolía. Y creen tus quimeras, y ves en lontanazas ilusorias no sé que nuevas glorias, no sé qué flor de nuevas primaveras. Y tu sed de gozar te lleva lejos, centuplica las plumas de tus alas y hasta te olvidas de las cosas malas cual si te alucinasen mil espejos.
Palabra del Dia
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