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Así que, el aplicar las Matemáticas á las cosas quando se tiene por objeto la quantidad de ellas, es del caso: el usar de estas Ciencias, queriéndolas trasladar á las innumerables cosas de la naturaleza, que ni dependen, ni estan necesariamente conexâs con la quantidad, es desquiciarlas, apartándolas de su instituto: cosa que tambien he tratado en el citado Discurso del Mecanismo.

Este es el origen de los sistemas, y la raíz de tantas opiniones como reynan entre los literatos. La voz sistema en su rigurosa significacion muestra un conjunto de cosas conexâs entre . Acomodóse en otro tiempo á cosas serias, y vanas.

Resta ahora proponer algunas advertencias para hacer bien las demostraciones. Toda demostracion ha de tener por objeto las cosas universales, porque de las singulares no puede haberla. Conócense las singulares con toda evidencia por la aplicacion de los sentidos á las cosas, y de la mente á las primeras nociones; pero no se demuestran, ni lo necesitan, porque no es menester otro medio distinto de ellas mismas para alcanzarlas. La presencia de la luz, lo pesado y liviano, el movimiento, el frio y calor, y otras cosas á este modo con sola la aplicacion de los sentidos son evidentes: como lo son tambien las primeras y simples nociones que tiene el entendimiento, y sirven de basa, y ocasion al ingenio para formar demostraciones. Es verdad, que los universales se forman de los singulares; pero solo se hace abstrayendo de estos los atributos comunes, los quales son los que aprovechan para demostrar las cosas. En cada ente singular, ademas de los predicados comunes, hay una particularidad tan propia suya, que no se halla en otro ninguno aun del mismo género. Los Griegos la llamaron [Griego: Idyosynkrasia] idiosyncrasia, de la qual se trata extensamente en la Medicina, y no está sujeta á demostracion por ser especial y propia de cada individuo. De esta singularidad nace la distinta cara, genio, y especial temperamento de los hombres; y debe esta conocerse por observacion particular, que solo sirve para aquella determinada cosa donde reside, y no puede demostrarse, porque no hay medio, antecedente, ni principio á que reducirla, por ser única. Debe tambien la demostracion ser de cosas necesarias y perpetuas, porque así será siempre verdadera, puesto que las cosas contingentes y que pasan, por su misma mutacion estan expuestas á la incertidumbre. Por eso las difiniciones y divisiones lógicas bien hechas son los medios mas á propósito que hay para las demostraciones; y bien se ve que los predicados esenciales son perpetuos y permanentes, y siempre unos mismos en las cosas, porque ni se engendran de nuevo, ni se acaban: hácense solo de nuevo, y se destruyen los singulares individuos que los contienen. Para entender esto físicamente puede servir lo que hemos dicho de los elementos, y de las semillas en el discurso sobre el Mecanismo[a]. Sirve asimismo para demostrar las cosas el conocimiento de sus causas. Para proceder en esto con acierto, especialmente en el estudio de la naturaleza, cuyas demostraciones casi siempre se hacen por este camino, conviene saber que por causa no entendemos solo la eficiente, sino tambien la material, que es el sugeto y basa de que se compone una cosa: la formal, que es el conjunto de caractéres con que se distingue de otras: la instrumental, que es el medio con que se forma: la final, que es el fin á que se endereza. De todas estas hablaba Virgilio quando decia: dichoso aquel que puede conocer las causas de las cosas[b], &c. y con razon, porque es sumamente util conocer y distinguir cada una de las causas propuestas. El no haber cosa ninguna en que no concurran estas causas, es el motivo de ser útiles para las demostraciones, y de ahí ha nacido la máxîma fundamental tantas veces inculcada de Wolfio: nada se hace sin razon suficiente[c]. Por esto han culpado muchos á Verulamio, que quitó del estudio de la Física las causas finales, dando motivo con esto á introducir el Epicurismo. Siendo, pues, preciso que estas causas estén conexâs con las cosas, dimanan de ahí dos suertes de demostraciones: unas prueban las cosas por sus causas, y se llaman

Estas consideraciones le llevan á entender, que estas cosas se hallan en otro Ser, que es eterno, infinito, é inmenso, y que no le puede engañar esta percepcion mental, pues no descansa mas el entendimiento con la percepcion de las cosas sensibles, quedando satisfecho de su exîstencia quando se le presentan, que lo queda el juicio y la razon de las reflexîones propuestas, las quales halla conexâs con los primeros principios que tiene en para juzgar rectamente de las cosas, y son nacidas de la fuerza innata que tiene el entendimiento para producirlas.

Es cierto, que una de las pruebas de la revelacion de las Escrituras Santas es la autoridad de la Iglesia, y al contrario; pero no lo es que en esto se cometa círculo vicioso ni peticion de principio. Quando las cosas son entre conexâs, de modo, que haya atadura y enlace necesario entre ellas, se prueban una por otra sin círculo vicioso.

Como los creyentes en la fatalidad de la suerte del viernes o del trece, los creyentes en las supersticiones católicas están aclimatados desde la infancia a la fe en los fetiches y a su régimen de terrores y esperanzas ilusorias, y perfectamente avenidos a las infelicidades y explotaciones conexas, por su profunda convicción de hacerse infinitamente más infelices si las dejasen; aclimatados a la perspectiva del fuego eterno, como a los fríos glaciales el groenlandés que sufre en las regiones templadas la nostalgia de sus nieves perpetuas.

Quando se ha de probar una verdad con la vista de otras muy conexâs, y cercanas con ella, facilmente se hace con simple sylogismo, pero si se requiere gran número de verdades, y que pertenecen á cosas separadas para alcanzar alguna otra, entonces es preciso ordenar las primeras de modo, que entre ellas halle el entendimiento enlace y conexîon, y al fin sirvan de prueba á la que se ha de descubrir, ó manifestar.