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Actualizado: 26 de julio de 2025
Nos estamos haciendo ilusiones: esto no puede acabar bien. ¿Te gusta otra más que yo? ¿Y el tiempo? ¿Y tu padre? Ni mi padre, ni los años, podrán separarnos. Eso es muy bonito y muy romántico; pero la realidad se nos echará encima, y ¡qué amarga! Pepe la había rodeado la cintura con un brazo. Sí, ¿eh? quéjate ahora de la realidad dijo ella, procurando desasirse. ¿Te ofendes?
Su espíritu no puede menos de ser tan poético como su hermosura y sus sueños son de fijo tan dulces como sus miradas. ¡Feliz aquél que pueda dar realidad a esas encantadoras ilusiones! ¡Triste de quien se atreva a destruir tan dulces quimeras!» ¿Qué te parece? ¿Verdad que logré imitar perfectamente en ese borrador el estilo de la época? preguntó Felipe con visible satisfacción de sí mismo.
Este botarate tiene las ilusiones de los tísicos en último grado. Pero ¡quién sabe! se engaña de seguro respecto á sí mismo, y acierta en lo demás.
Bajo el imperio de estas ilusiones, acogian todas las esperanzas, prestaban el oido á todas las sugestiones, y estaban siempre dispuestos á arrostrar los mayores peligros, cuando se les presentaban en un camino que podia conducirlos á la fortuna.
iAh! padre mio; iyo tambien en mi juventud he tenido ilusiones terrestres y nobles inspiraciones! entonces hubiera querido conquistar los corazones de los hombres e instruir a todo un pueblo; hubiera querido elevarme, pero no sabia hasta que altura ... quizas para volver a caer; pero para caer como la catarata de las montanas, que precipitada desde la cumbre orgullosa de las rocas, acumula una onda subterranea en las profundidades de un abismo; pero temible todavia, vuelve a subir sin cesar hasta los cielos en columnas de vapores que se transforman en nubes lluviosas.
El hace lo mismo: no conoce su verdadera situación; siente las ilusiones de una juventud sana; cree contar con muchísimos años. ¡Pobre! ¡El esfuerzo que me cuesta fingir enfado, repelerle indignada por los deseos que ha puesto en mí... en mí, que sólo quiero ser su madre! Este tono de dulce lástima hirió á su oyente.
Creo, señor cura, que es usted tan insoportable como mi nieta... ¿Cree usted? preguntó el cura con una de esas buenas sonrisas de que él tiene el secreto. Y yo que me hacía ilusiones... La abuela movió la cabeza con expresión de duda, lo que puso el colmo a la alegría del cura, pues es éste tan feliz como un rey cuando puede contrariar a la abuela.
Eso sí que no sabía decirlo. Se le había aparecido en sueños con aquella su sonrisa angélica y aquel aire distinguidísimo... «Por María Santísima dijo Rosalía , no se haga usted ilusiones, querida, yo no puedo, no puedo, no puedo...». Que sí puede, que sí puede replicó Milagros, con una insistencia que ejercía cierta fascinación en el ánimo de la otra . Basta querer... La cosa no es desmesurada.
El color de esta bella obra de arte era castaño, negro y rubio. La gradación del oscuro al claro servía para producir ilusiones de perspectiva aérea.
Y en el silencio de la soledad nacen las ilusiones y las ideas fantásticas, que el mundo y la experiencia destruyen y disipan.
Palabra del Dia
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