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Actualizado: 26 de junio de 2025
Todo esto nos lo dice en menos de cinco minutos, y nos habla con la misma expansion y el mismo júbilo que si fuéramos, mi mujer la directora de correos, y yo su Hipólito.
Es hoy su sacristía la que para capilla real habia destinado D. Enrique II. Habiéndose unido esta en virtud de bula del papa Benedicto XIII á la real iglesia colegial de S. Hipólito, fundada por el rey D. Alonso XI y restaurada en 1727, los reales cadáveres que estaban en ella depositados fueron trasladados á su nuevo panteon el dia 8 de agosto de 1736, entre dos y tres de la madrugada, pobremente, sin luces ni acompañamiento.
No pocas damas desaforadas tenían el descoco de reír y burlar sobre su condición arisca, apellidándole el nuevo Hipólito y tal vez sintiendo el prurito de remedar a Fedra con mejor éxito y ventura.
Torcé a la derecha, Hipólito gritó don Casiano, ¡por ahí!... ¡detrás de las casuarinas!... es más liviano. Así lo hizo el cochero tomando el nuevo camino que se le indicaba y que acababa de trazar don Casiano, para facilitar el acceso a la casa edificada en la cumbre de una pequeña lomada.
El corazón de Hipólito habría envidiado al nuestro pues si nosotros amábamos a alguna Aricia, no era más que en sueños, y así en los exámenes hubo tres bolas blancas, símbolos de nuestra inocencia, que recompensaron nuestra aplicación y que colmaron de alegría a nuestra familia.
Y si lo hubiera, si yo agradase a Pepita de otro modo que como amigo, si la mujer a quien mi padre pretende se prendase de mí, ¿no sería espantosa mi situación? Desechemos estos temores fraguados sin duda por la vanidad. No hagamos de Pepita una Fedra y de mí un Hipólito. Lo que sí empieza a sorprenderme es el descuido y plena seguridad de mi padre.
¡Pobre viejo! ¿Quién habia de presumir que bajo aquella barba, blanca como la nieve, lustrosa y limpia como el raso, debian ocultarse las penas que causa un hijo desagradecido y volátil? Desde este momento pierde Hipólito una gran parte de nuestra estima.
Allí fue distinguida por el señor Hipólito Mers, que acababa de ganar muchos millones fabricando vaca en conserva con atún a la marinera.
El sabio don Hipólito Unanue que con el seudónimo de Aristeo escribió eruditos artículos en el famoso Mercurio peruano; el elocuente mercedario fray Cipriano Jerónimo Calatayud, que firmaba sus escritos en el mismo periódico con el nombre de Sofronio; el egregio médico Dávalos, tan ensalzado por la Universidad de Montpellier; el clérigo Rodríguez de Mendoza, llamado por su vasta ciencia el Bacón del Perú y que durante treinta años fué rector de San Carlos; el poeta andaluz Terralla y Landa, y otros hombres no menos esclarecidos formaban la tertulia de su excelencia, quien, a pesar de su ilustración y del prestigio de tan inteligente círculo, dictó severas órdenes para impedir que se introdujesen en el país las obras de los enciclopedistas.
Hubo el dia de S. Bartolomé una horrible tempestad, durante la cual cayó en la torre un rayo que la causó notable daño: derribó algunas de sus pirámides y chapiteles, arrebatándolos con tal brio, que sus piedras maltrataron las casas vecinas. Concedió el Pontífice la union de la Capilla Real con la iglesia colegial de S. Hipólito.
Palabra del Dia
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