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Actualizado: 4 de junio de 2025


Solamente que yo no tengo más que pintores antiguos... Rembrandt, Rafael, el Ticiano, Velázquez, Hobbema... Marenval miró á Harvey de reojo é interrumpió: Esos son los que se copian más fácilmente. , pero los míos son todos originales. Eso es lo que creen todos los coleccionadores, y como los que les venden cuadros cuidan de no contradecirles...

Montó en el mail, supo coger las riendas en un momento en que Harvey se fingió cansado, y ejecutó vueltas perfectas á gran velocidad sin que pareciese hacer esfuerzo alguno. En el Havre visitó el yate y mostró tener el aplomo de un marino. Harvey, en una palabra, no pudo cogerle en falta en ningún punto y tuvo que reconocer que su futuro yerno era un sportman muy completo.

¿Pero Sam Weller no tiene más que cuadros auténticos? ¡Um!... dijo Marenval con acento de duda. Los pintores que los han hecho son conocidos y hay todavía personas que se los vieron pintar. ¿Y sus Rembrandt y sus Hobbema de usted, quién los garantiza? replicó Marenval con ironía. ¿También se les ha visto hacer? Los franceses sois incrédulos, dijo Harvey con calma.

Llama usted secuestro á estar en una estufa deliciosa con personas bien educadas... Además, si usted quiere, vamos á llamar á miss Maud Harvey y á rogarla que le guarde á su lado hasta que miss Hawkins salga de esta casa y Jacobo con ella. En cuanto los dos se hayan marchado, tendrá usted toda libertad para entrar en los salones y cenar con los invitados de su suegro.

Miss Harvey extrañaría con razón mi partida y yo no tendría gusto alguno en marcharme. Seguiré á ustedes, pues, con el pensamiento. Entretanto, amigo mío, interrumpió Tragomer, que temía verse descubierto por su astuto interlocutor, va usted á presentarme á miss Maud Harvey como ha prometido...

Habían comido con la señora de Freneuse y María y el tiempo se había deslizado tan dichoso en la dulce intimidad de la familia, que estaban dando las once cuando los dos amigos entraron en el teatro. El cuarto acto llegaba á su fin. En cuanto bajó el telón, Tragomer fué al palco de Harvey y Jacobo se metió entre bastidores.

Dentro de poco tiempo no habrá más que dos castas, la de los ricos y la de los pobres, que continuarán la lucha secular por la posesión de la autoridad y de la inteligencia. En un mundo tan abierto á la influencia del dinero y en el que las colonias extranjeras están como en su casa, Harvey no podía menos de ser bien acogido.

Nunca la Hawkins y Novelli habían cantado mejor, según la impresión unánime de todo el teatro. La representación empezaba de tal modo, que tenía que acabar en un gran triunfo. Harvey y sus dos hijos estaban en el palco, donde reservaban un sitio para Marenval. Tragomer y Jacobo tenían otro palco más oculto á fin de no dejarse ver.

Se sentó, sin encender luz, y se puso á llorar desesperadamente, lanzando desgarradores sollozos. Aquella noche miss Harvey llegó á su palco, contra toda costumbre, al tiempo de levantarse el telón. Capuleto estaba presentando su hija á los señores reunidos en su palacio. Julieta sonreía, pero una gran tristeza velaba la gracia de su semblante.

Acaso la resistencia opuesta por Harvey á aquel proyecto de enlace excitó á miss Maud á encontrar á Sorege más aceptable. Nunca mostró tanta prisa por casarse que al volver su prometido. Hasta entonces sus relaciones con Sorege no habían sido para el mundo más que una coquetería sin importancia, pero al volver á París el conde fué declarado futuro marido.

Palabra del Dia

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