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Actualizado: 30 de junio de 2025
De sus paños y tocas las banderas Al aire desplegaban á menudo: Las mismas que salian las primeras Tornaban á salir, y nunca pudo El Ingles entender estas quimeras; Que guarda Dios, si quiere, sin escudo, Y donde él no envía sus favores, Enbalde son humanos guardadores.
Los tranquilos moluscos que veía ahora en el fondo de las aguas, agarrados a las peñas como botones obscuros, le parecían seres divinos guardadores en su estúpida quietud del misterio de la creación. Admirábalos augustos y grandes, como los monstruos que adoran los pueblos salvajes por su inmovilidad, y en cuyo quietismo creen adivinar la majestad de los dioses.
El señor de Rochefort manifestó como de costumbre el desprecio que le inspiraban los que él llamaba guardadores de cerdos y soeces villanos; defendió el bondadoso capellán á las pobres gentes del pueblo; comentóse la osadía creciente de los pecheros y su menguante respeto por los privilegios de la nobleza y en amena plática pasaron agradablemente las horas.
No encontraban más que hojas de esquisto debajo de otras hojas iguales, pero no faltaba ávido cazador que siguiese trabajando, y procuraba evocar al genio con nueva fórmula, con grito victorioso. Más interesantes que estos dioses guardadores de tesoros son aquellos que en las cavernas de la montaña tienen el encargo de conservar el genio de toda una raza.
Algunas mañanas asomábase a la capilla Mozárabe, siguiendo atentamente la anticuada liturgia de los sacerdotes adscritos a ella, fieles guardadores del culto católico de la Edad Media. En las paredes estaban representadas, con vivos colores, las escenas de la conquista de Orán por el gran cardenal Cisneros.
Avanzaban por las naves cinco canónigos con sobrepellices de coro, cada uno con una llave en la mano. Eran los guardadores del Tesoro. Abría cada cual la cerradura confiada a su custodia, giraba pesadamente la puerta y quedaba abierta la capilla con sus antiguas riquezas.
Cuando el frío y la tiniebla la impelían hacia la luz, sus alas moribundas chocaban con los vidrios guardadores del fuego. Iba en busca de la ventana que refleja el rescoldo hospitalario del hogar, y tropezaba con la lente del faro, dura é insensible como un muro, acostumbrada á repeler la cólera de las tempestades.
La fortuna nos ayuda siempre a los audaces replicó el pintor recogiendo la intención que parecía desprenderse de las palabras de Elena. Y echando una mirada en torno: ¡Pero ésta es una escena de la antigüedad griega! Penélope sale de su palacio, recorre sus dominios en la rocosa Itaca, encuentra a Eumeo y sus zagales celosos guardadores de sus manadas de puercos, y departe con ellos.
Empero el fondo entre esos volcanes debe ser también volcánico, y durante los ensayos de la creación primitiva sería un receptáculo de vida. Por largo tiempo la tradición popular consideró á los volcanes como guardadores de los tesoros subterráneos y que de vez en cuando desparraman el oro escondido en sus entrañas. Falsa poesía con sus puntas de verdad.
Palabra del Dia
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