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A sus exequias asistieron el Cabildo eclesiástico y secular y todas las religiones que quisieron honrar, como ellos decían, el cadáver de un santo mártir, pues que las fatigas y trabajos sufridos por la gloria de Dios y bien de las almas le habían acabado. A 9 del mismo mes salimos de la Asunción para volver á los Guaranís, donde últimamente, á 4 de Febrero, dimos fin á tan larga navegación.

1. A mediado del mes de Enero del año de 1754, confederados á los Guaranis los Guanoas gentiles, que diligentemente egercian el oficio de exploradores, hicieron saber á todos los habitantes de los pueblos, que

Después de haber caminado cien leguas descubrimos tres canoas con cuatro hombres que, vogando á toda fuerza de remos, se nos acercaron insinuando que querían hablarnos; el uno era Payaguá y los otros Guaranís, cristianos antiguos, que saltando ligeramente en nuestra barca, dijeron resueltamente que se querían quedar con nosotros, aunque les pesase á sus caciques.

Entrando el Paraná está Santa Ana, De Guaranís provincia bien poblada. Es tierra aquesta firme buena y llana, Que mucha de la dicha es anegada. Empero esta enjuta es muy galana, De nuestros españoles conquistada; Y así tienen aquí repartimiento Los que en el Paraguay tienen asiento. La peña pobre está mas adelante: Es alta como roca muy crecida.

Aquel apóstata Ambrosio, que había sido la causa principal de esta impiedad, despachó luego algunos de sus cómplices á avisar de lo sucedido á la gente que iba á Nuestras Misiones de los Guaranís á alistarse en el número de los fieles.

Por este navegan aguas abajo hasta la boca del rio Pardo, que viene del occidente, y tiene su orígen de algunos riachuelos que bajan de la gran cordillera que se extiende del norte al sur, desde cerca de Cuyabá hasta el monte de Itapuá en las Misiones de Guaranís.

Llegado á Buenos Aires á 8 de Abril del año siguiente de 712 y esperando allí algunos pocos meses las embarcaciones de las doctrinas, pasó en ellas, con otros cuatro de sus conmisioneros, por orden del P. Visitador, Antonio Garriga, á las Misiones de los Guaranís, no sin dolor y sentimiento de sus novicios, que deseaban gozarle por más largo tiempo y tener á la vista un ejemplar perfecto de Jesuita indiano, para copiar en aquellas tan grandes y tan excelentes virtudes que son necesarias á quien en país tan extraño y entre gente tan bárbara, por naturaleza y por los vicios, debe ejercitar el oficio de la predicación Apostólica.

No se puede creer el júbilo y gozo que éste tuvo con semejante aviso; y con toda presteza escogió cinco Misioneros antiguos de los Guaranís, con un hermano coadjutor, para que por la banda del Paraguay descubriesen el camino que ya juzgaban se había descubierto por la banda de los Chiquitos.

Apenas habían caminado treinta y tres ó treinta y cuatro leguas, cuando cargaron tantas lluvias y hallaron tan profundos pantanos, que no pudieron pasar adelante, sino con evidente peligro de quedar allí anegados, como dijeron algunos Guaranís que traían al P. Vice-Provincial. Son muertos de los Payaguás los Padres Joseph de Arce y Bartolomé Blende y se da una sucinta relación de sus virtudes.

Deseosos sus padres de saber el fin que habían tenido estos dos muchachos, vinieron á la Reducción, donde fueron recibidos con gran fiesta y alegría, y tratados por los cristianos con igual liberalidad, de que quedaron tan prendados, que se vinieron luego al punto ellos y después lo restante de la gente á vivir en San Joseph y sujetarse al suave yugo de la ley de Dios; y aunque algunas familias todavía se querían quedar en sus tierras, sin saber desamparar de una vez sus Ranchos, por tirarles el amor de la patria y nativo suelo, cedieron, finalmente, al celo del P. Felipe Suárez, cuando el año de 715 pasó por allí de camino para ir é encontrar á algunos Misioneros que se creía pasaban de las Reducciones de los Guaranís á aquellas de los Chiquitos.