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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Retiradas á las eminencias que tenian ocupadas, no hicieron movimiento en todo el dia siguiente, en que fué continuada su griteria y algazara hasta las dos de la tarde, que se advirtió el motivo; que fué por haber descubierto los que venian de la parte de Chucuito, que continuando su marcha en varias direcciones, llegaron á acampar muy cerca de la villa sobre el mismo camino real, donde se mantuvieron hasta el otro dia, en que de concierto con Diego Tupac-Amaru, y á una misma hora, se movieron de sus campamentos para rodear la poblacion y acometerla por todas partes.
El desorden, la gritería, la obscuridad que comenzaba, daban á la escena un aspecto que no es fácil describir: nadie pensaba más que en su interés, en tanto llegaba el momento de pensar sólo en la persona. D. Álvaro de Sande dió acicate á los de la guarnición del fuerte para entrar más municiones y víveres por un lado, y para embarcar enfermos por el otro.
Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritería. Todo peñasco en uso de sus extremidades abdominales salió del domicilio en aquella sazón, para regocijar la vista con el espectáculo de la bella comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un hombrecillo enteco, pálido, de ojos hundidos.
La Esperanza izó algunas velas y su tripulación dejó los botes para subir á bordo. Los remeros de las lanchas recibieron orden de mantenerse quietos. Todos se despidieron con mucha gritería del capitán é inmediatamente pusieron proa á la ciudad. El sol iba á ocultarse.
Continuó el Comandante General, D. José del Valle, las marchas, como lo habia pensado, para entrar en la jurisdiccion del vireinato de Buenos Aires: al acercarse á la Pampa de Quesque, donde pasó la noche, se avistaron como 100 rebeldes, que tuvieron la osadia de hacer fuego á la vanguardia del ejército, con solos tres fusiles, acompañando esta hostilidad de repetida y descompuesta griteria, en que decian á los nuestros que no eran tan cobardes como los de la provincia de Tinta, que acababan de vencer, y que luego esperimentarian que era muy diferente el brio y la constancia de los indios del Collao.
Dos veces se repitió durante el sacrificio esta tremenda al par que memorable escena: dos veces el preste espuso el Santísimo permaneciendo impávido en el altar como su leal ministro, dispuesto á dejarse sepultar bajo la desquiciada mole del templo, mientras todo á su alrededor era terror de muerte, tropel y gritería.
Era de ver, en tanto, la confusa gritería, las lástimas de las mujeres, los parasismos de éstas, los ruegos de aquéllas y los llantos y aflicciones de todas.
Paréceme que suena gritería en la quinta. Sin duda vienen á apagar el fuego. Pues andemos de prisa, si es que yo puedo. Ya no dan con nosotros; está muy lejos y por aquí hace obscuro. Pues silencio, no nos sientan. Siguieron caminando en silencio. Poco después estaban sobre el camino, y al cabo entraron en un ventorrillo.
Palabra del Dia
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