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Actualizado: 21 de junio de 2025
Dios sea con él; i los grandes i fuertes que hubiere en la tierra le conozcan, i todos aquellos que oyeren su nombre se gocen de oirle en todos los reinos, i sea manifiesto que él es hecho el amparo i defendedor de Israel. En tiempos del rei don Pedro floreció en España el sabio judío Rabí don Santo, llamado de Carrion por ser nacido en Carrion de los Condes, villa de Castilla la Vieja.
La poesía, pues, en su más elevada acepción, así como la virtud en su acepción más elevada, tiene sólo la recompensa en ella misma, en la creación de lo ideal, en la fijación y depuración de la belleza, que aparece escasa, mezclada con elementos extraños y fugitiva en el mundo, y a quien el poeta aparta y sustrae de lo feo, y da una vida inmortal, a fin de que gocen de ella las pocas almas que por su propia hermosura son capaces de comprenderla.
Pues se engaña; no hemos de visitarla ni por una de estas nueve cosas. ¡Que gocen de su lujo y de su dinero! ¡Que luzca Gabrielita sus trapos caros! Para nada necesitamos de ella. ¡Qué gusto! repetían las envidiosas. ¡Qué gusto! ¡Todos los muchachos de aquí salen con cajas destempladas! ¡Mejor! ¡Mejor! ¡Quién les manda enamorar marquesitas! Y bien visto, ¿quiénes son los enamorados?
Es ley de la naturaleza, y por lo tanto santa y respetable, que para que unos gocen padezcan otros.... Vosotras, hermosas señoras, sois las herederas de aquellas ilustres damas romanas que enviaban a estas minas sus esclavos a arrancar el bermellón para embellecer su rostro, y de aquellas otras árabes que lo hacían traer para decorar sus minaretes en los alcázares de Córdoba y Sevilla.
Con ella serán de rigor la paz, el gobierno desempeñado por los paisanos, la desaparición de los grandes ejércitos, la verdadera civilización. Si triunfa Alemania, viviremos como en un cuartel, gobernará el militarismo, criaremos hijos, no para que gocen de la vida, sino para que sean soldados y se hagan matar en plena juventud.
D. Baldomero no había podido sustraerse a esa preocupación tan española de que los padres trabajen para que los hijos descansen y gocen. Recreábase aquel buen señor en la ociosidad de su hijo como un artesano se recrea en su obra, y más la admira cuanto más doloridas y fatigadas se le quedan las manos con que la ha hecho. Conviene decir también que el joven aquel no era derrochador.
Porque hay que decir, que ni el padre, ni la madre, ni los hermanos, ofrecían un ejemplo digno de imitarse: misia Gregoria, en primer lugar, que recordaba, como horrible pesadilla, los años pasados bajo el cerrojo de su padre, don Aquiles, no quería oír de poner cortapisas al capricho de sus hijos; dejarles, que hagan lo que quieran, que gocen sin trabas de la edad dichosa... ¡Contrariar a los niños, hacerles llorar! ya vendrán, ya vendrán las penalidades de la vida, demasiado pronto, y entonces sabrán lo que es sufrir: ahora, dejarles en libertad.
El doctor, con los ojos arrasados en lágrimas, los estrechó en sus brazos y exclamó elevando los ojos al cielo: ¡Oh, mis dos últimos amores en la tierra!... ¡Dios mío! ¡Haz que sean felices y gocen tranquilidad; sí, que vivan tranquilos en este mundo, y alcancen la dicha eterna en el otro! Les besó la frente.
Palabra del Dia
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